L olor a elecciones en Catalunya está afilando los colmillos políticos en el independentismo. Puigdemont ya tiene un partido a su medida y a sus pies. Torra, al que la pandemia en sus dominios le ha frustrado una convocatoria en torno al totémico 1 de octubre, no pierde, sin embargo, ocasión de sobresalir y generar polémica. Ahora, con el tema del rey, está en su salsa e incluso se permite recriminar actitudes que cree botifleras -digamos traidoras- del presidente y del letrado del Parlament. ERC, mientras, calla, a la espera de su oportunidad para saltar al cuello. Alguien ganará, pero todos perderán.