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Una recua de censores

Seguramente, nosotros nos lo hemos buscado, pero a día de hoy se puede afirmar que a los periodistas nos toman por el pito de un sereno cada vez más petimetres y de más ámbitos. Ayer, sin ir más lejos, los responsables de comunicación e imagen del cantante canadiense Bryan Adams, que actuó en el BEC, nos reinstauraron a los medios de comunicación la censura previa y se quedaron tan anchos. Los compañeros de fatigas gráficas tuvieron que firmar un contrato en el que, entre otras lindezas, se les exigía que enviaran antes de su publicación las imágenes a un propio, que decidiría cuáles podían ser publicadas y cuáles no. Asimismo, se prohibía sacar primeros planos del artista, y especificaban que no se aprobaría “ninguna foto que no sea mínimo de cintura para arriba” (no se hacía mención a si se podían sacar fotos “de cintura para abajo”, que debe ser una zona menos delicada según parece). El resto de condiciones eran que los reporteros gráficos solo podrían obtener imágenes durante la primera canción y “desde el foso”. No voy a ocultar que durante un tiempo estuvimos barajando la posibilidad de fundir a negro al señor Adams y a sus asesores, pero afortunadamente nosotros aún mantenemos un respeto hacia nuestros lectores, a los que no queremos ni debemos someter al apagón informativo en el que nos quieren sumir a nosotros como profesionales una recua de censores de nuevo cuño que están proliferando como setas.