UNA playa tiene, por ejemplo, un kilómetro de longitud y dos vendedores están pensando dónde pueden ubicar sus puestos. ¿Cuál es el mejor lugar para situarse?

Supongamos que cada vendedor decide ir a una esquina. Tendrían, entonces, la mitad de la clientela posible. No obstante, es tentador acercarse al centro. Conforme más cerca estamos del mismo, más personas podemos atender. Si un vendedor se queda en el centro, tiene un 75% del mercado: el que tenía anteriormente y la mitad de su rival. En estas condiciones, lo normal es que su competidor vea la bajada de ventas y decida acercarse hacia el centro. En consecuencia, los dos tenderetes terminan juntos. Es el equilibrio final. En economía, este modelo se llama competencia espacial. Se da cuando se lleva el mercado quien está mejor situado.

Un ejemplo claro son las gasolineras: si la más barata se encuentra muy alejada de nuestra casa, no nos merece la pena realizar el trayecto. Lo mismo ocurre cuando viajamos por autopista; donde es más caro repostar en el camino que salir fuera a buscar un surtidor.

Una de las ventajas del estudio de la economía es la posibilidad de trasladar modelos teóricos a la realidad. Y podemos pasar de la playa a las elecciones. Lo que ocurre es que en este caso hay muchos tenderetes: desde el extremo más izquierdo de la playa hasta el que se encuentra más a la derecha. Les llamamos Podemos, PSOE, Ciudadanos, PP y Vox. Lo razonable es que cada uno de los agentes se vaya hacia el centro ¿no? Pues no.

Podemos ha terminado envuelto en luchas de poder en la que cada varón busca tener su propia influencia: mareas y compromisos que han terminado enfrentándose entre sí pero que al menos no han fraccionado el voto dentro de su comunidad. Si bien Podemos está tratando de ocultar su fracaso ofreciéndose a entrar el gobierno, su tendencia es decreciente.

El PSOE tiene un espacio en la izquierda de la playa que ha aumentado por los problemas de Podemos y la estrategia de Albert Rivera. Y aquí es donde se puede establecer un debate de gran interés: ¿ha perdido Ciudadanos una ocasión histórica de presidir el gobierno?

Sí, la pregunta tiene su trampa. Siempre se puede argumentar que es fácil sacar conclusiones a posteriori, pero es claro que Ciudadanos dejó el centro para irse a la derecha. Desde nuestro enfoque teórico es ilógico pero, por supuesto, como estrategia electoral es completamente legítima.

Continuamos con el Partido Popular. En lugar de ir hacia el centro de la playa, ha ido más hacia la derecha. Ese era el terreno de Vox, Y los resultados están a la vista de todos. No era fácil tomar una decisión: se ha olvidado que el PP de Mariano Rajoy tenía unas propuestas y unas políticas de centroderecha. Era lógico y normal: no había nadie más a ese lado de la playa. Pero la llegada de un nuevo tenderete complicó las cosas.

En resumidas cuentas: todos los partidos le han hecho el juego al PSOE. Habría ganado con cualquier candidato. Si yo hubiese sido Pedro Sánchez, habría pedido al resto de partidos que harían lo que han hecho. A Podemos: ir contra vuestro mensaje. Estaría bien comprar un chalé en Galapagar y renegar de Venezuela. A Ciudadanos: vete a por el PP. Así me dejas el centro libre. Al PP: vete a por Vox. Así se parte el voto. A Vox: haz lo que quieras A partir de ahí, se remueve un poco el miedo a la ultraderecha (la historia pesa: en los países donde ha habido una dictadura comunista, triunfan los partidos del extremo contrario y viceversa) y a cosechar votos.

Lo malo de toda esta historia es que la separación entre izquierda y derecha está en la mente de las personas. Lo que debería contar son las propuestas y las políticas. Por ejemplo, en Portugal, la economía de los socialistas, con medidas diferentes a las que se proponen por estos lares, ha tenido un éxito rotundo. Es más, Mario Centeno, el antiguo ministro de Finanzas, está considerado el Cristiano Ronaldo de la economía. Hoy en día preside el Eurogrupo.

Un último ajuste para completar el modelo. ¿Está la playa repartida de forma homogénea? Si dentro de un espacio particular hay un gran número de personas, mi negocio funcionará. ¿Cómo puedo hacerlo?

Con la publicidad negativa. Los otros son “podemitas”, “derrochadores”, “veletas”, “fachas” o “ultras”. A nivel emocional, y más aún en política, este es el mensaje que pesa: la denigración del otro para quedarme como única opción.

Así funciona este mercado. De las propuestas, mejor no hablamos: cientos de medidas que no se lee nadie. Yo me conformo con una: un compromiso para lograr que cada persona adquiera pautas de comportamiento que beneficien a la comunidad.

Para escuchar lo que nos van a decir, mejor tomar un buen tinto de verano en un chiringuito que esté, por supuesto, en una playa.