Utilizamos el término sharenting para referirnos a las acciones de aquellas familias que exponen la privacidad de sus menores en las redes sociales e Internet, dejándoles en riesgo. Pueden ser acciones continuas y explícitas, como las de influencers que utilizan a sus hijos para ganar dinero exponiendo sus vidas a diario, y también pueden ser de otro tipo, como las que realizan muchas familias cuando sin pensarlo dos veces comparten imágenes y vídeos de o con menores a través de Facebook, Pinterest, TikTok, Instagram, WhatsApp o cualquier otra red social con imágenes.

Pero también hay pequeñas grandes acciones que muchas familias realizan a diario poniendo igualmente en riesgo la privacidad y la seguridad física de los menores sin darse cuenta. Es muy habitual ir a las actividades extraescolares, sobre todo a las deportivas, y grabarlas o tomar fotos. Por mucho que los centros educativos se cansen de pedir a las familias que cuiden la privacidad de los menores, y aunque las familias no suban esas imágenes a redes sociales como Facebook o Instagram, las tomas de los menores son compartidas por infinidad de grupos de WhatsApp, y las familias pierden completamente el control de quién ve esas imágenes o grabaciones. De la misma forma, sin ser actividades extraescolares, a través de los grupos de Whatsapp o Telegram muchos padres comparten con otras personas imágenes y vídeos de o con sus menores, porque piensan que al hacerlo con otras familias no hay ningún riesgo. Mención especial para los Grupos de padres y madres en WhatsApp.

También es habitual poner como foto de perfil en una red social la imagen de un menor, de la familia entera o de la madre o padre con el menor, sin ser conscientes de que todos los perfiles son públicos y cualquiera se puede quedar con la foto, con lo que la imagen del o la menor se puede difundir sin control.

Para aquellos que piensen que no hay riesgo en estas acciones, y para los que muchas veces nos llaman pesados a quienes trabajamos en la protección de los menores, solamente diré que los casos de pederastia están aumentando mucho, y que la Fundación Anar estima que en España actualmente del 10% al 20% de los menores sufren abusos sexuales, y en la mayoría de casos el perpetrador es una persona conocida o cercana a la familia. Eso es más o menos de dos a cuatro menores en cada clase. Es decir, que un pederasta podría estar recibiendo imágenes de tus niños, imágenes que tú has compartido de forma voluntaria, y no le haría falta moverse ni pedirlas para conseguirlas.

Parece que hasta que no se citan algunos de los grandes riesgos con nombres y apellidos y se dan datos de la situación actual, cosa que muy poca gente quiere ver porque es muy desagradable, son escasas las personas que ponen atención a las pautas de seguridad y privacidad, cuando todas ellas se recomiendan por algo. 

También debemos ser conscientes de que las fotos y vídeos tienen metadatos de geolocalización, luego se puede saber dónde han sido sacadas o grabadas, y aunque algunas redes sociales los eliminan, otras no. Además, con esas fotos o vídeos podemos indicar a qué centro educativo van los menores si llevan uniforme escolar, podemos mostrar información sobre nuestras casas (sistemas de seguridad, dónde están las ventanas, cómo son las cerraduras, si tenemos cosas de valor…), a través de las imágenes de las vacaciones un delincuente puede inferir nuestra situación económica y, en resumen, podemos ofrecer mucha más información de la que pensamos y queremos. Y todo sin que nadie nos lo pida.

Esta fiebre de compartir todo que se ha generado en las redes sociales es tan grande que muchas personas envían hasta fotos de ecografías, o las ponen como perfil en sus redes, dejando a los niños expuestos incluso antes de nacer. Y cuando utilizo el término compartir, en este caso no me refiero a mandársela a algún familiar a través de WhatsApp, sino a ponerla en redes como Facebook o Instagram o enviarla a grupos, cuyos miembros, a su vez, seamos conscientes o no de ello, las pueden compartir con otras personas o grupos.

No es de extrañar pues que con las redes sociales, los acosadores y los pederastas estén tan felices.