Las autoridades australianas abandonaron sus planes de erradicar al ácaro Varroa unos quince meses después de detectar por primera vez en su territorio este parásito letal, que ha causado millonarias pérdidas a los apicultores y ha obligado a sacrificar a 40 millones de abejas.

A pesar de que las autoridades crearon una zona de control de más de 16.000 kilómetros cuadrados, la expansión de este ácaro es más grande de lo que se pensaba, precisó el ministerio del estado australiano de Nueva Gales del Sur, la jurisdicción de mayor producción de miel en el país, en un comunicado emitido el miércoles.

Las medidas adoptadas en virtud de este plan, que supuso la inversión de unos 110 millones de dólares australianos (66,3 millones de euros), han alcanzado "su límite técnico", precisó el texto.

Por ello, el Grupo de Gestión Nacional, a cargo de implementarlo, pasará de tratar de eliminarlo a la fase de gestión de su propagación para minimizar los contagios y evitar que cause grandes estragos a la industria apícola, informaron las autoridades.

EL ÁCARO VARROA

El Varroa, que propaga un virus que impide a las abejas volar, recoger alimentos y polinizar los cultivos, se adhiere al cuerpo de la abeja, que al desplazarse entre sus colmenas provoca que este veloz bicho de color marrón rojizo ataque a otros ejemplares.

Este ácaro, que ha causado estragos a los apicultores, fue detectado por primera vez en junio de 2022 en el puerto de Newcastle, que se encuentra a unos 160 kilómetros al norte de Sídney y forma parte de Nueva Gales del Sur.

En esta jurisdicción, la producción de miel es muy importante en Nueva Gales del Sur, mientras que las abejas y los apicultores también desempeñan un papel vital en la polinización de cultivos hortícolas como las almendras, las macadamias y los aguacates, entre otros.

Por otro lado, el Consejo de Biodiversidad de Australia, fundado por once universidades del país, considera que este ácaro podría contribuir inadvertidamente a diezmar las poblaciones de abejas asilvestradas, que compiten con especies como las aves o las zarigüeyas, entre otros, por los huecos de los árboles o el néctar.

"El ácaro sólo debería afectar a Apis melifera, la abeja melífera europea (a veces llamada "occidental") que fue introducida en Australia (hace 200 años)", explicó a EFE Patrick O'Connor, experto de la Universidad de Adelaida y miembro del Consejo de Biodiversidad.

No obstante, se teme que el ácaro afecte a las abejas nativas australianas, aunque "es poco probable que se propague a otros insectos en Australia, ya que son biológica y ecológicamente lo suficientemente diferentes", precisó O'Connor.