EL 25 de agosto de 1978 murió Juan de Ajuriaguerra Otxandiano, quien para el PNV “lo fue todo”, valoran desde el partido. Este mes estival se cumplirán, por lo tanto, 44 años del fallecimiento de aquel político e ingeniero industrial que había nacido en 1903.

Se conoce su docencia y su entrega al nacionalismo vasco llegando a presidir el Bizkai Buru Batzar del PNV o que durante la Guerra Civil fue detenido y condenado a muerte en 1937 por Franco, siéndole conmutada la pena por cadena perpetua. En sus años en la cárcel fue el reorganizador del PNV en el interior y el máximo dirigente del partido en la clandestinidad. Finalmente, tras pasar por incontables prisiones del dictador que había ganado la guerra, fue excarcelado en Canarias en 1943 y desterrado, así como confinado, en Iruñea. En la década de los 50 se refugió en el Estado francés. De hecho, representó la continuidad del partido jeltzale en el exilio durante la dictadura franquista.

También es conocido que durante la Transición política fue presidente de la comisión mixta de trasferencia de competencias al Gobierno vasco. Asimismo, en las primeras elecciones democráticas fue elegido diputado por Bizkaia por el Grupo Parlamentario Vasco (PNV) durante la Legislatura Constituyente (1977-1979). Falleció en Nafarroa el 25 de agosto de 1978 a los recién cumplidos 75 años en su retiro de Iratxe, en el municipio navarro de Aiegi, y fue sustituido en el Congreso por el diputado Josu Elorriaga Zarandona.

Sin embargo, conocido todo esto, la revista Alderdi quiso ahondar en la “vida austera” y “humana” del mayor de los hermanos Ajuriaguerra. Cómo nació en una familia tradicional, cómo era muy admirado por sus hermanos y, de hecho, llegó a adquirir la tutela espiritual de su hermana menor.

Desde la publicación bizkaitarra ponían también en valor el ideario de su persona como “un proceso de maduración personal” y ser “un montañero empedernido”. Recordado como “un solterón de por vida”, Ajuriaguerra fue un militante activo del sindicato ELA-STV que dominaba no solo el euskara, sino que también el castellano, francés, alemán y el griego clásico.

A juicio de la periodista que firmó únicamente como Ugalde –y de nombre completo a Fleya Ugalde, fallecida en la actualidad– presidió la comisión de transferencias dentro del Consejo General Vasco en 1978 y el bilbaino fue uno de los políticos más importantes de la transición, a quien en la cárcel de Burgos le apodaron como la caja de caudales. Parafraseamos a la autora que detalla esta última anécdota. “Andoni, un electricista de Euskalduna encarcelado en Burgos, le puso ese apodo muy apropiado. Quienes compartieron con él las prisiones desde la caída de Santoña afirman que por suerte o por desgracia siempre tenía razón. Don Juan movía todos los hilos en todos los penales”. A juicio, de Miguel Pelay Orozko, “se mantuvo siempre soltero porque se había casado con Euskadi y el Partido Nacionalista”. “Don Juan se dedicó siempre a la Patria y no quería tener ningún obstáculo que lo distrajera o mermara su libertad de movimiento”.

Desde Alderdi valoraban que aquel “ferviente” lector e intelectual fue “un hombre de gran acción”. La revista consultó a personalidades de la época como fue Manuel de Irujo su opinión sobre Ajuriaguerra. Quien fue ministro republicano aportaba que el político era “la encarnación de Euskadi”.

El recordado gudari Ramón de Galarza, apodado como Ruidos, mantenía que “siempre hemos procurado tapar a los de arriba” para que no fueran detenidos. “En su caso, jamás dijimos a la policía que existiera. Por declaraciones de detenidos nunca ocurrió nada”, añadía. El también político Iñaki Anasagasti hizo hincapié entonces en un lema de su admirado colega: “Hay que hacer”. Quien fuera senador jeltzale retomó unas declaraciones de Ajuriaguerra. “En cuanto haya un poco de libertad y podamos actuar, seremos mayoría porque el PNV no es más que el propio pueblo actuando”. Otra persona preguntada hacía una comparación entre el lehendakari Aguirre y nuestro protagonista: “Mientras José Antonio se hacía querer; Ajuriaguerra se hacía obedecer”.

Alderdi concluía retomando un hecho más sobre este ingeniero industrial. Un día de 1936, Ajuriaguerra –hijo de liberal y carlista–, se dirigía al batzoki de Deusto con la intención de rechazar el cargo del presidente de la junta para el que había sido propuesto. “Buen polemista, aunque monótono orador, confiaba en librarse de aquella responsabilidad. Tal era así, que durante su vida siempre argumentó que los cargos son cargas”. A juicio de la autora, la exposición que hizo ante la asamblea debió ser “tan brillante” que lo designaron presidente “sin apelación”. “Aceptó su cargo-carga, y de vuelta a casa, resumió en una sola frase el giro que iba a dar su vida en adelante: Aita, me han elegido presidente de la junta del PNV de Deusto, y de ahora en adelante llegaré más tarde a casa”, concluyó.