Han pasado 25 años desde ese 8 de agosto del año 2000 en el que mataron a Joxe Mari Korta al salir de su empresa en Zumaia. Un coche-bomba explotaba a su paso acabando con la vida del que fuera también presidente de la Asociación de Empresarios de Gipuzkoa (Adegi).

Su muerte causó una honda emoción política, económica y social por la personalidad y el carisma de Korta. Una forma de ser que hoy recordamos con uno de sus tres hijos, Ibai, días antes de recibir uno de los galardones de Euskadi Sariak 2025 en una gala que tendrá lugar el próximo martes 23.

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Precisamente, Ibai junto con su tío recogerán este reconocimiento a título póstumo del que fuera un fiel lector de DEIA como su hijo nos confiesa.  

¿Qué legado de vuestro padre mantenéis vivo desde el punto de vista tanto personal como profesional? 

Trabajo, trabajo y más trabajo. Eso es lo que siempre hacía y decía mi padre y lo que nos inculcaba de pequeños. Un trabajo que, en su caso nunca acababa y que le ocupaba la mayor parte del tiempo ya que siempre estaba dispuesto a mejorar, a echar una mano donde se necesitase, a implicarse en todo tipo de proyectos que él consideraba importantes. Un hombre que continuamente estaba haciendo cosas, pese a que esto significara que tuviera mucho menos tiempo para la familia. Precisamente, esa cultura del esfuerzo, de mejorar, de formarse y de aprender de manera continua es algo que nos ha quedado a todos los hermanos y que hoy en día agradecemos y ponemos en práctica en nuestras propias parcelas vitales y laborales. 

Nuestro padre era exigente en ese sentido, pero cuando veía que eso tenía sus frutos y sus resultados, era el hombre más orgulloso del mundo; y esto lo veíamos tanto a nivel personal como en su faceta como empresario. Es más, incluso a la hora de hacer deporte se guiaba por ese mismo mantra del esfuerzo. Pero, volviendo al terreno empresarial por el que me preguntas, pese a ser una persona exigente y que valoraba esa cultura de no dejar de aprender cada día, siempre lo hacía de una manera cercana en su trabajo, no le gustaban las jerarquías y además era muy humilde ya que no quería protagonismo. 

Se cumplen 25 años de la muerte de tu padre y precisamente en esta fecha se da por disuelta la Fundación que creasteis y lleva su nombre. Una fundación que seguirá con las becas formativas a los más jóvenes.

Antes de nada, es importante recordar que la fundación ha tenido tras de sí un trabajo muy arduo y, como si fuéramos hormigas, poco a poco dándole forma ya que no era una entidad profesional y ni tenía a nadie en nómina. Nuestra idea a la hora de crearla y durante este cuarto de siglo de existencia ha sido la de resaltar los valores que reivindicaba y defendía mi padre y trasladar ese pensamiento y esa forma de actuar a las distintas iniciativas que hemos llevado a cabo durante todos estos años, además con la esencia de la perspectiva ética de rechazo a la violencia.

Sí que es cierto que en los últimos años la posición de la fundación ha sido más discreta y de estar más en un segundo plano, lo que ha hecho que se haya centrado más en la labor formativa a través del desarrollo de proyectos encaminados a la formación de los jóvenes para las empresas, sobre todo iniciativas de innovación y educación integral en la Formación Profesional (FP). Unos proyectos desarrollados con centros europeos para que los jóvenes guipuzcoanos pudieran tener acceso a formación práctica en escuelas de Formación Profesional. Eso sí, siempre poniendo el acento y priorizando los valores en la empresa como en los otros ámbitos de la vida, y de la mano, la parte técnica como siempre decía nuestro padre. Aunque la fundación haya cerrado un ciclo, nos enorgullece el acuerdo alcanzado entre la fundación y la Diputación Foral de Gipuzkoa al crear un programa de becas para personas que cursan el grado medio y superior en centros de FP del territorio guipuzcoano, lo que permitirá también mantener viva la memoria de nuestro padre. 

¿Qué significa para vosotros este homenaje en forma del reconocimiento de este galardón de los Premios Euskadi Sariak 2025?

En todos estos años han sido numerosas las ocasiones en las que se han acordado de nuestro padre y que le han reconocido a modo de homenaje, por lo que para nuestra familia es muy bonito sobre todo después de todo el tiempo que ha pasado. Esto demuestra que su recuerdo y su legado sigue muy vivo como lo está cada día para nuestra madre y para sus hijos. Es todo un orgullo y un detalle ya que como he dicho en más de una ocasión mi padre era lector de vuestro periódico y le habría gustado este guiño que recuerda tanto su faceta personal como su faceta como empresario. Además, es un bonito punto final a todo lo que hemos hecho durante estos 25 años a través de la fundación. Eso sí, aunque estaría muy agradecido, también te digo que mi padre era una persona a la que no le gustaban los focos ni que toda la atención se centrara en él. Pero estaría tan orgulloso, como lo estamos nosotros, con este reconocimiento que le hacéis desde el cariño y el respeto que él se merecía.