Este catedrático en Economía de la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en desembrollar esta intrincada materia a oídos novatos, atiende a Efe desde su casa de la sierra madrileña para reconocer que el coronavirus

Pero su moderado optimismo le hace ver ahora mucho más margen de maniobra para evitar el desastre y reconocer una eurozona más resolutiva que en la crisis de 2008. “Ahora hay mucha más Europa”, dice un firme defensor de la inyección económica europea para evitar que las microempresas españolas mueran.

¿Qué impacto tendrá esta pandemia en la economía mundial?

-Se podría decir que ahora mismo el mundo está en recesión y entrando en un territorio de crecimiento negativo desconocido por su intensidad. El determinante de esta crisis global no es una razón económica o financiera como en 2008, sino una razón sanitaria. Mientras no se neutralice el foco estrictamente sanitario seguiremos viviendo una situación de precariedad global.

Se habla de recuperación en V o en L. ¿Qué letra le pondría a la remontada?

-Aún cuando lleguemos a tocar fondo y haya un inmediato repunte, sospecho que no va a tener la misma intensidad que la caída. Quienes están anticipando una recuperación en V parten de que el segundo rabo de la V va a tener la misma pendiente que el primero. Es difícil que sea así. Me temo que en lugar de una V nos vamos a encontrar con una U con una panza más o menos extensa, dependiendo de qué sectores sean los más afectados y de las medidas de política económica de los gobiernos. Por ejemplo, Alemania ha adoptado políticas muy agresivas para que la recesión sea corta y es probable que sea una recuperación más cercana a una V, pero en nuestra economía hay sectores afectados como el turismo cuya recuperación va a ser costosa. En economías donde dominan las microempresas, como es nuestro país, la tasa de mortalidad empresarial está siendo superior, y no se va a renovar de la noche a la mañana.

¿Cómo definiría a lo que se enfrenta la economía española?

-Se enfrenta a un desafío de recuperación. Creo que el gran reto que tiene nuestro país es hacer de la necesidad virtud y mejorar la composición del crecimiento ante un posible shock adicional, ya sea de naturaleza económica, financiera o sanitaria como este. Volver a crecer, pero crecer mejor, de forma más resistente ante eventuales crisis futuras.

El FMI ha predicho un 8% de caída del PIB en España, ¿está de acuerdo con esta cifra?

-No me parece descabellado porque el impacto ha sido muy severo en términos de mortalidad empresarial, lo está siendo y lo va a seguir siendo. Ha sido muy severo en sectores muy importantes de la economía, los servicios, el turismo y el sector del automóvil, donde España tiene peso específico grande.

¿Hay algún acontecimiento histórico parecido económicamente hablando?

-La única referencia comparable es la gran depresión, porque esta crisis va a instalarse en el podio de las tres grandes crisis en la historia de la humanidad. Pero hay dos diferencias favorables. Ahí estuvieron mareando la perdiz demasiado tiempo antes de tomar decisiones, aquí hemos visto reacciones muy rápidas en Estados Unidos, Asia, China y Europa. La segunda gran diferencia son unas posibilidades de cooperación y de coordinación internacional mayores. Subrayo “posibilidades de”, porque hemos visto que en los últimos años la nota dominante ha sido un desencuentro entre las grandes potencias, una guerra comercial responsable de que entráramos en 2020 con un ritmo de crecimiento muy tenue. Afortunadamente tenemos más margen de maniobra para evitar lo que fue el desastre de la gran depresión.

¿Y la Guerra Civil?, ¿unos meses de parón pueden igualarse a tres años de guerra?

-La diferencia es que una vez que la pandemia se dé por controlada y se pueda permitir que la gente se mueva, la recuperación puede ser rápida. No hace falta tener esos años de posguerra que fueron tan complicados. Si preguntas a los mayores te dirán: la guerra fue dura, pero a partir de 1939 vinieron años de más dificultades. España no entró hasta finales de los 50 en las instituciones internacionales. Ahora los años de posguerra, de racionamiento, de estraperlo, van a ser cosas de películas del pasado porque la economía española es de las más desarrolladas del mundo.

¿Estamos más preparados para afrontar esta crisis que en 2008?

-Sí. Ahora el sistema bancario es más solvente y el Banco Central Europeo está jugando un papel de respaldo que en la crisis anterior ejerció sólo a partir de finales de 2012. Ya ha puesto a disposición de la deuda pública de los países 750.000 millones de euros. El segundo aspecto positivo es que la respuesta de los gobiernos es más homogénea. En la crisis anterior Europa estaba dividida acerca de si era conveniente estimular las economías o acentuar una austeridad mal entendida. Ahora hemos visto cómo el gobierno alemán ha reaccionado estimulando su propia economía, pero también aceptando decisiones de estímulo paneuropeas. Ahora hay mucha más Europa que en 2008. La respuesta de Europa a esta crisis está siendo mucho más correcta y oportuna en el tiempo y la capacidad de recuperación es mayor.

¿Y los coronabonos?

-Se está discutiendo si la Comisión Europea duplica el presupuesto comunitario, ¡duplica!, y articula mecanismos de emisión de bonos para atender decisiones de inversión. Porque se puede endeudar con un tipo de interés negativo y tiene dos asignaturas pendientes: una transición energética e invertir en economía digital. Vamos a hacer de la necesidad virtud, decirle al sector privado: “vamos a ir por aquí, venid conmigo a invertir”. Son dos decisiones de inversión que van a mejorar la productividad y la modernización y que podríamos empezar ya. Se llame coronabonos o eurobonos, la Comisión Europea tiene la oportunidad de aprovechar la necesidad de reconstrucción y las muy buenas condiciones de los mercados financieros y crear ese fondo de recuperación, ese plan Marshall, sin que pese sobre la deuda pública de ningún país.

¿Qué medidas tomaría si fuera ministro de Economía?

-Las autoridades españolas han tomado medidas en la misma dirección que Alemania, una semana después. Con la diferencia de que la cuantía que ha asignado España es mucho menor. Alemania ha asignado más porque su gobierno es más homogéneo, porque su parlamento no ha puesto el más mínimo problema y porque no tenía ningún problema de finanzas públicas. La dirección de las políticas adoptadas es razonable, pero España necesita confiar más en que haya estímulos fuera, a Alemania que el BCE sea más o menos activo y que la CE adopte medidas le preocupa lo justo.

Nos paramos y la economía se derrumba, ¿pone el virus en cuestión el sistema?

-Nos obliga a plantearnos aspectos como la generación de desigualdades excesivas. Mucho me temo que quienes vuelvan a sufrir las consecuencias van a ser los desempleados y eso va a generar una mayor desigualdad. Vamos a ser más conscientes de la necesidad de la solidaridad a través de los gobiernos. No va a ser igual el mundo, pero no creo que vaya a cuestionarse de forma radical el propio sistema económico o la dinámica de globalización, sino que va a obligar a corregir algunos excesos que se han venido cometiendo los últimos 30 años.

¿Prevé cambios en las relaciones económicas entre las potencias China, EE.UU. y Rusia?

-Sería un agravante tremendo para la recuperación que hubiera algún problema entre estas tres grandes potencias. Sería un error económico brutal que pagaríamos la mayoría de la gente y también un error político. Cualquiera que recuerde la gran depresión sabe que la nota característica fue el desentendimiento entre las grandes potencias. Ahora hay que sustituir las políticas de perjuicio al vecino, porque no son rentables, por las de cooperación.

¿Cómo visualiza el mundo poscoronavirus?

-De forma ideal, aprendiendo de las experiencias del pasado y asumiendo que puede haber choques externos que necesiten la coordinación global. Si queremos mantener lo mejor de la globalización tenemos que ir cediendo cada vez más soberanía, tenemos que admitir que dentro de una comunidad de vecinos se vive mejor si tiene un gobierno global que genere ventajas superiores.

“El gran reto es volver a crecer, pero crecer mejor, de forma más resistente ante eventuales crisis futuras”

“Quienes van a volver a sufrir las consecuencias van a ser los desempleados y eso generará mayor desigualdad”