A pesar de su relativo tamaño, la particular naturaleza de un laboratorio como el CIC Energigune le permite lleva casi una década de ventaja en el sector del almacenamiento de energía a muchísimas multinacionales del sector. Y eso, diez años, en el campo de la Ciencia y la Tecnología es todo un mundo. Lo intuyeron entonces quienes idearon esta política de CIC’s en Euskadi como una manera de competir en talento y no en tamaño, y queda refrendado hoy cuando se considera a algunos de estos centros como referentes internacionales en ramas como la Nanociencia (CIC Nanogune) o el almacenamiento de energía y las baterías (CIC Energigune) debido al talento que acumulan y la capacidad de traccionar muchas de las tendencias industriales que demandan los mercados.

Precisamente en este escenario, el CIC de Miñano acaba de impulsar una nueva compañía dentro de sus propias instalaciones para seguir dando pasos en nichos de mercado tremendamente concretos donde la tecnología está aún por desarrollarse. Si le pasó a Graphenea en el CIC Nanogune cuando en su día decidió apostar por un material tan desconocido como lleno de posibilidades como el grafeno, confían ahora en Bcare en repetir la misma fórmula con las baterías. En concreto, con una revolucionaria filosofía que surge de la necesidad de optimizar los sistemas de almacenamiento de energía, “el gran desafío del futuro al que tienen que enfrentarse desde fabricantes hasta usuarios finales de baterías y consensadores”, resuelve Javier Olarte, CEO y socio inversor de esta spin off.

En su amplio portfolio de servicios de diagnóstico, la pyme impulsada por el CIC, que de momento cuenta con cinco profesionales a los que se suma parte del equipo del laboratorio matriz, ofrece recursos para predecir el estado de salud de las baterías durante su vida útil, ejecuta análisis post mortem para detectar los mecanismos de fallo y realiza auditoría de terceros, entre otros. “Somos como el CSI de las baterías”, ironiza Olarte, que tirando de objetividad califica a esta spin off como una “top level” única en estos momentos en el Estado que apenas cuenta con competencia en algunos países como Alemania, Reino Unido y Estados Unidos.

A pesar de lo exótico del asunto y de la altísima especialidad que exige este nicho de negocio, convertirse en un forense para baterías apenas tiene mercado, de modo que la pregunta resulta inevitable: ¿Qué sentido tiene impulsarlo? “Nuestro equipo forense tiene que entender cómo estos seres vivos (las baterías) nacen, se desarrollan y mueren si queremos ser diferenciales.