¿Cuenta corriente o de ahorro? Cuál necesitas y por qué puedes no elegir solo una
Gestionar el dinero del día a día y ahorrar para el futuro no tienen por qué ser opciones excluyentes, sino que de su combinación el cliente puede obtener grandes beneficios
A la hora de gestionar nuestras finanzas personales, podemos encontrarnos con diferentes productos bancarios, aunque dos de ellos son bastante habituales: se trata de las cuentas corrientes y las cuentas de ahorro. Ambas comparten algunas similitudes, pero presentan diferencias notables en cuanto a sus funciones.
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Cuenta corriente
La cuenta corriente es el producto bancario más común y versátil, adecuado para llevar a cabo las operaciones financieras diarias, las más cotidianas, como es el caso de cobrar la nómina o pensión, domiciliar recibos, abonar facturas, pagar impuestos, hacer transferencias o retirar dinero siempre que sea necesario.
Además, suelen tener asociadas tarjetas de débito o de crédito que permiten pagar en comercios o sacar dinero en cajeros, y tienen una liquidez total, es decir, se puede disponer del dinero que hay en ellas de forma inmediata y sin restricciones.
Esta cuenta corriente no está orientada al ahorro, por lo que no ofrece ninguna rentabilidad o esta es muy baja, y está sujeta a comisiones si no se cumplen determinados requisitos.
Cuenta de ahorro
Por su parte, la cuenta de ahorro está diseñada para ayudar a guardar un dinero y obtener a cambio una pequeña rentabilidad. A diferencia de otros productos como son los depósitos a plazo, el dinero de una cuenta de ahorro está disponible siempre que se necesite, aunque en algunos casos retirar fondos puede afectar a la rentabilidad obtenida. La finalidad de esta cuenta no es operar con el dinero que contiene, sino reservarlo,generando a la vez unos intereses.
Estas cuentas de ahorro no permiten domiciliar pagos; tampoco tienen tarjetas asociadas ni están pensadas para hacer transferencias frecuentes, puesto que su principal función es ahorrar. Algunas permiten incluso automatizar el ahorro, realizando transferencias periódicas desde una cuenta corriente.
Productos seguros
En cuanto a la seguridad, ambos productos son seguros, dos buenas opciones para gestionar o almacenar el dinero puesto que están protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos, el cual cubre hasta 100.000 euros por titular y entidad.
En el caso de la cuenta de ahorro, es un instrumento de bajo riesgo y sin apenas comisiones, una alternativa muy atractiva para quienes buscan rentabilidad sin complicaciones.
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Las necesidades del usuario
Así, a la hora de elegir entre una cuenta corriente y una cuenta de ahorro es importante saber cuáles son las necesidades del usuario. Si lo que busca es una cuenta para gestionar los gastos del día a día, hacer pagos o recibir la nómina, la cuenta corriente es la opción más adecuada. Sin embargo, si la prioridad es acumular dinero poco a poco, con un rendimiento garantizado, lo más recomendable es la cuenta de ahorro.
También hay que señalar que ambas cuentas no sonexcluyentes, sino que, es más, pueden ser perfectamente complementarias. Lo más recomendable, de hecho, no es elegir entre una u otra, sino disponer de ambas: la cuenta corriente para las operaciones habituales del día a día y la cuenta de ahorro para ir creando un colchón financiero. Muchos bancos ofrecen las dos opciones de forma conjunta cuando el cliente se da de alta en una cuenta corriente, lo que facilita aún más la gestión del dinero.
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Depósitos a plazo vs. cuenta de ahorro
Los depósitos a plazo, por su parte, son un producto bancario también bastante habitual en el que el cliente entrega un dinero a la entidad durante un plazo determinado y a su finalización recupera la cantidad entregada más los intereses pactados.
Frente a las cuentas de ahorro, estos depósitos a plazo tienen una fecha de vencimiento determinada, por lo que no se puede disponer del dinero hasta ese momento, salvo que en el contrato se prevea la posibilidad de cancelarlo anticipadamente. En ese caso, lo habitual es tener que pagar una penalización o comisión, que también deberá recogerse en el contrato.
Precisamente por no poder disponer del dinero durante el plazo contratado, el depósito a plazo ofrece, generalmente, una mayor rentabilidad que la cuenta de ahorro.
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