Aunque ya se puede pagar en muchos comercios a través de los teléfonos móviles e incluso con algunos relojes inteligentes (smartwatch) y pulseras, la tarjeta (de crédito o de débito) sigue siendo el medio más utilizado para abonar las compras, muy por encima del dinero en efectivo, que cada vez se utiliza menos por su mayor incomodidad.

Pagar con tarjeta es además bastante más cómodo que antes, ya que con los chips integrados y el sistema contactless no hace falta introducirla en ningún aparato, sino únicamente pasarla por un lector digital. Y más seguro, en la mayoría de los casos sin necesidad de teclear el número pin de cuatro dígitos para cantidades pequeñas ni enseñar un documento acreditativo como el DNI.

Pero nunca hay que confiarse, y en ese sentido la Guardia Civil ha querido hacer una recomendación en la red social X (antes conocida como Twitter) a quienes usan el conocido como dinero de plástico. “Cuando pagues con tarjeta, no la pierdas de vista”, avisan, porque esos segundos podrían resultar fatales. “Solo son necesarios unos segundos para clonarla y después cometer una estafa”, advierten.

Este Cuerpo policial recomienda que nunca aceptemos que se lleven la tarjeta en el establecimiento hasta un punto en el que no la tengamos controlada para efectuar el pago en un dispositivo que no nos traen hasta donde estamos. Es decir, nunca debemos perder de vista nuestra tarjeta, ni siquiera deberíamos entregarla a nadie. “Solicita un lector móvil para pagar. Denuncia el skimming”, piden desde la Guardia Civil.

El skimming es una práctica delictiva diseñada para extraer los datos de la tarjeta y transferirlos a una tarjeta falsa o utilizarlos directamente para realizar transacciones de forma fraudulenta. Los datos que aparecen impresos en la propia tarjeta (nombre del titular, número de la tarjeta, fecha de vencimiento o código CVV) están almacenados también en la banda magnética y en el chip. Generalmente ese robo de datos se lleva a cabo al realizar transacciones en un cajero automático o al pagar en un terminal de punto de venta (TPV) que ha sido manipulado previamente.

Cuando los delincuentes han conseguido extraer los datos de la tarjeta pueden hacer compras, sacar dinero y contratar servicios, pero también vender la información en el mercado negro para que sea un tercero quien materialice el fraude. También es posible que los estafadores hagan numerosas compras pero de poco dinero para evitar ser detectados fácilmente.