Zaratamo - Mikel Urrutikoetxea es un hombre sensato y analítico. El delantero vizcaino, que cayó derrotado el domingo en el frontón Bizkaia de Bilbao en la final del Manomanista ante Iker Irribarria (20-22), analizó ayer con DEIA las aristas del encuentro. Sin embargo, la pelota a mano profesional no echa el freno. El de Zaratamo cumple el jueves diez años en el campo profesional y lo celebrará de blanco ante Unai Laso dentro el Cuatro y Medio de San Fermín el viernes en Arrigorriaga. El plan de Urrutikoetxea es “descansar” antes de la cita y “quizás” realizar un “entrenamiento técnico” dentro de la distancia. El cambio de chip, brutal, elimina el pasado del retrovisor. Hay que pasar página.

Todavía tiene fresca la final del Manomanista. ¿Le ha dado vueltas al partido?

-Sí. Quieras o no, le acabas dando bastantes vueltas a la cabeza. La final se decidió por pequeños detalles, de tal manera que podía haber ganado cualquiera de los dos, pero en este caso le tocó a él llevarse la txapela a casa. Iker fue justo vencedor, ya que llegó al tanto 22 y yo me quedé en el 20. Siempre te quedas con esa pena de que podía haber ganado y de que no fui capaz de hacerlo.

Usted mismo comenta que los pequeños detalles fueron los que desnivelaron la balanza del partido. ¿Cuáles considera que fueron esos matices a los que hace referencia?

-El partido fue bastante igualado. Primero, él se adelantó 4-7 y después me coloqué 12-7 y 15-10. Entonces, tuve una pelota a placer para acabar el tanto y se me escapó a la calle. Era el momento de colocarse 16-10 y él estaba un poco fuera de partido. Eso supuso el 15-11. Irribarria acertó con el saque y me metió dos seguidos. Acabó empatando a 15. Se veía que los dos estábamos haciendo daño con nuestra pelota. En el 18 iguales, cometí dos errores: una mala parada al txoko que cogió fácil y fallé una pelota bastante clara. Se escapó 18-20. En el 18-21 cometió una falta y acerté una dejada, pero realicé un mal saque. Iker golpeó mal con la derecha, se me atragantó y no pude devolverla. Por eso digo que se decidió por detalles. Estuve cerca, pero no pudo ser.

Quizás es pronto, pero toca también hacer balance de su rendimiento en el Manomanista.

-Entrenando me veía bien y estos días anteriores me sentí a gusto, pero ya hacía tiempo que me veía bien. El Manomanista ha ido bastante bien; no en vano, he ganado a Oinatz Bengoetxea en un partido completo y a Joseba Ezkurdia, que estaba en un gran momento de juego. Me metí en la final, que siempre es algo muy especial. Nunca es fácil llegar hasta aquí. Y me ha faltado la guinda. Eso sí, fue una final bastante buena y me tendré que quedar con eso.

Comenzaron el partido con un peloteo de tú a tú bastante duro.

-Físicamente me veía bien. Eso sí, hay momentos que de tanto defender y de tanto movimiento te llenas, pero la recuperación en cada tanto fue buena. Me vi con fuerza. Al principio peloteamos de tú a tú, sin claro dominador, pero él con su pelota abrió hueco. En ese momento, me sentí bien en defensa y no le dejé pelota a placer. Al sacar mi material, quizás algo más tosco, le costó amoldarse. Fue un duelo igualado y emocionante.

Le tocó defender durante muchos tramos de partido...

-Irribarria basó su partido en el golpe, en mantenerme lejos del frontis, y yo intenté hacer todo tipo de juego: moverle al ancho y al txoko, rematar, poner la pelota lejos, poner ritmo... Mezclar, en definitiva. Sabía qué juego iba a realizar.

Salieron al frontón Bizkaia de Bilbao con las ideas claras. El peloteo del inicio, además, permitió que entraran bien a la final.

-Desde el principio estuve a gusto. Al final, siempre es importante tener las ideas claras. He tenido tiempo para preparar el partido y es importante tener claro qué vas a hacer en cada pelotazo. Después, llevarlo a cabo, con la tensión y el cansancio acumulado, no es nada fácil. En el tramo final cometí errores porque no tenía las ideas claras.

¿Cómo vivió la final? ¿Sintió tensión o nervios por la trascendencia del encuentro?

-Salí tranquilo, con ganas de demostrar lo que había entrenado hasta el momento. Era una final y siempre hay tensión y ese gusanillo.

¿Cómo se levantó ayer tras la final?

-Cansado. Al final, dormí poco, porque te pasas un buen rato dando vueltas al partido. Me costó pegar ojo. Son cosas normales. No es la primera vez que me pasa. Soy de las personas que dan muchísimas vueltas a los partidos que no se ganan. Por una parte, es bueno, porque de las derrotas se aprende y es señal de que me importa de verdad.

Ya comentó que es una persona que suele meditar bastante los partidos.

-Sobre todo, para mejorar. Estas derrotas sirven para eso.

Tuvo que retrasar la final del Manomanista por un hematoma en la mano izquierda. ¿Le afectó durante la final?

-Ya dije en los días anteriores que la mano no iba a ser ninguna excusa a la hora de jugar el partido contra Irribarria. Eso sí, acabó golpeada e inflamada, pero ya se vio que desde el principio hasta el final le solté con todo. Quiero recuperarme para el viernes.

¿Volverá a ver la final?

-Estos días, no. Ni me lo planteo. Seguramente, cuando pasen unos meses, la veré. Tengo toda la final, o al menos muchos tantos, grabada en la cabeza y sé lo que hice bien y lo que hice mal en cada momento.

Es hora de pasar página y visto lo mal que lo pasó el curso pasado, en el que un virus le impidió jugar durante todo el verano, su intención será disfrutar de la temporada estival, ¿no?

-Quiero disfrutar y llegar lo más arriba posible en todos los torneos veraniegos. La idea es mantener un nivel alto de pelota. Ojalá haya muchos partidos. Lo que quiero es jugar, porque es lo que más me gusta.

Lo que es seguro es que consiguió dar la vuelta a la situación.

-Es cierto que lo pasé mal. Me afectó en el mano a mano de 2018 y estuve todo el verano parado. Fueron cinco meses, entre una cosa y otra. Estaba preocupado. Sabía que si superaba lo del virus, iba a volver a ser el mismo de antes, porque iba a entrenar con la misma ilusión. Y se ha visto. Sigo siendo el mismo. Eso queda como un bache provocado por una enfermedad. Lo que hay que hacer es seguir trabajado. Si ha llegado una final y sigo trabajando del mismo modo, seguramente llegarán más.

¿Son situaciones que enseñan a relativizar los malos momentos y a disfrutar más de los buenos?

-Sí. No sabía cuándo iba a poder recuperarme. Lo pasé mal. Al volver, conseguí alcanzar las semifinales del Cuatro y Medio y eso me ayudó a recobrar la confianza en mí mismo. Poco a poco, todo ha vuelto a la normalidad.

Ha disputado en total seis finales de Primera -tres del Manomanista, dos del Cuatro y Medio y una del Parejas-, una más del Cuatro y Medio de San Fermín y otra del acotado de Segunda. Una bonita carrera.

-Sí. Los últimos años están siendo buenos, pero no todo son finales. Lo que valoro es que siempre he estado cerca de ellas. La carrera está siendo buena. Sí que es cierto que en el Parejas no están saliendo las cosas como a mí me gustaría, pero espero seguir compitiendo y estar arriba. Logré la txapela con Aimar, pero quiero hacerlo de delantero. Pelearé por ello.

La pelota a mano profesional no para y el viernes volverá a vestirse de blanco en el frontón de Arrigorriaga en busca de una plaza en los cuartos de final del Cuatro y Medio de San Fermín.

-No hay tiempo para descansar ni para preparar demasiado el Cuatro y Medio, en el que tendré que ir de partido en partido. Olvidaré cuanto antes la final para centrarme en lo que viene ahora. No sirve de nada estar en un campeonato arriba del todo si durante el resto del año no das el nivel. Mi objetivo siempre es estar cerca de los partidos por las txapelas toda la temporada.

¿Realizará alguna sesión específica?

-No sé si tendré tiempo. Saldré a hacerlo lo mejor posible. Me enfrento a Artola, que ya ha jugado un partido y está centrado en el torneo desde hace tiempo. En mi caso, llegaré después de la final del Manomanista, que siempre te deja un poco cansado por todo lo que rodea a un partido de este estilo. Me toca cambiar el chip.