NO lo voy a ocultar, dejé el frontón Bizkaia con un poco de pena. De sobra es conocida la relación de amistad que tengo con Mikel Urrutikoetxea. Y, después de estar preparando todo el Manomanista a su lado, que cediese en la gran final ante un potente Iker Irribarria me dejó un sabor agridulce. Pero tampoco se le puede reprochar nada al delantero de Zaratamo, aunque seguro que durante la pasada noche le habrá costado conciliar el sueño recordando algunos pasajes del partido. Porque, como suele ser habitual en los partidos en los que los pelotaris están muy igualados, la txapela se decidió por unos pequeños detalles. Con el 15-10 en el luminoso y con el 18 iguales, Urrutikoetxea perdonó. Irribarria pudo respirar y finalmente se llevó el gato al agua. Pero seguro que los espectadores disfrutaron, ya que ha sido una final con mucha emoción, con dos pelotaris que han jugado muchísimo. Claro que ha habido errores, pero jugando a este nivel, con esta tensión y a esta velocidad es normal que se produzcan fallos. Aunque también ha habido tantos espectaculares y otros muy duros. Hay que estar ahí abajo para poder contarlo.

Lo que ha hecho Mikel tiene un mérito increíble, porque aguantarle a Iker, con lo que pega a la pelota, no es nada fácil. Pero al final lo que vale es ganar y estoy un poco con pena. Lo que tengo claro es que no será la última txapela de Iker, porque es muy completo.