BILBAO. Este The Open Championship de Royal Portrush tampoco será aquel en el que Jon Rahm inicie su cuenta de triunfos en los majors, salvo que confluyan una serie de episodios improbables. “La verdad es que está casi imposible, pero al menos espero darme alguna opción”, reconoció unos minutos después de concluir su tercera vuelta en la que su juego de tee a green estuvo a una altura brillante, pero le faltó rematar la faena en los greenes. “Creo que estoy jugando lo suficiente para poder estar más cerca de los líderes. Del 1 al 13 he jugado perfecto, pero no he metido un putt”, resumió sobre un tramo en el que hizo dos birdies y un bogey.

Y cuando, al final, el golfista de Barrika encontró la inspiración alrededor de las banderas, con birdies en el 14, el 16 y el 17 que le metían en la pelea por el triunfo, de nuevo el componente de mala suerte que tiene el golf se le cruzó en el 18. El hoyo empezó mal, con una salida al bunker “en el único error que he cometido en todo el día desde el tee”. Rahm apenas pudo sacar la bola a la calle y necesitaba un approach y un putt para cerrar al par una vuelta de notable resultado y esperar acontecimientos. El tercer golpe le dejó un putt de unos tres metros que ejecutó con firmeza. La bola rodó y frenó en el mismo borde de la cazoleta, media vuelta más y habría entrado. En la distancia, Jon Rahm la miraba con evidente disgusto y se tomó unos segundos por si la gravedad intervenía y la empujaba dentro.

No ocurrió y se anotó como en el primer día otro bogey en el 18. “No ha sido un problema del putt, ni del tercer golpe, sino de la salida”, lamentó aún en caliente. “Y me da rabia porque he jugado tan bien”, repetía al ver que la opción de luchar por su primer major se le escapaba. En ese momento, aún tenía opciones, pero acabó con ellas el huracán que desató Shane Lowry en Royal Portrush. El jugador irlandés convirtió todas las vueltas, incluidas la de Rahm, en casi anécdotas porque jugó al golf de forma maravillosa, a la que junto a los aplausos de un público entregado se podía poner de fondo música de los Chieftains.

Cuatro jugadores llegaron a compartir liderato en la primera mitad de la vuelta, pero cuando se esperaba un final más o menos tranquilo Lowry metió una marcha más y con tres birdies seguidos del 15 al 17 dio un golpe de mano al torneo y lo puso muy cerca de su alcance. El golfista de Clara firmó 63 golpes, a uno de la mejor vuelta en cualquiera de los majors, y cerró con 197 golpes, el mejor registro después de tres vueltas en la historia de The Open. Así, Jon Rahm acabó a nueve golpes del líder y esperando que la última jornada proponga unas condiciones que hagan posible un vuelco en las posiciones. Ayer dijo que no estará “contento si acabo tercero porque juego para ganar”, pero ya ronda su mejor resultado en el major británico y la posibilidad de lograr un Top 10 o un Top 5 en cada uno de los cuatro grandes.

Previsión de mal tiempo

De momento, el Royal and Ancient ha decidido adelantar la jornada un par de horas porque se anuncian fuerte viento y lluvia hacia la media tarde. Rahm saldrá a las 14.05 horas junto a Tony Finau. “Intento estar positivo, sé que necesito empezar bien como el primer día porque luego es muy difícil superar a los líderes en los últimos cinco hoyos. No deseo mal a nadie, pero espero que hago mal tiempo porque es más fácil remontar en un día complicado que en un día fácil”, comentó con sinceridad. “Pero aún así hay que jugar muy bien”, se resignó Rahm porque esta vez una remontada como la que hace dos semanas le permitió ganar el Irish Open depende más de los de más que de sí mismo.

Porque el inspiradísimo Shane Lowry amasó una renta de cuatro sobtre Tommy Fleetwood, pese a que el inglés hizo cinco bajo par ayer; seis sobre JB Holmes, su compañero en el partido estelar al que acabó anulando; y siete sobre Brooks Koepka y Justin Rose, que parecen las principales amenazas para que The Open que se celebra en Irlanda tenga ganador irlandés once años después. El estadounidense y el inglés son los únicos, junto a Danny Willett, entre los diez primeros que saben lo que es ganar un major. Shane Lowry lo tiene en su mano, pero habrá que ver cómo maneja la presión ante la oportunidad de su vida.