bilbao - Ashleigh Barty es la nueva campeona de Roland Garros, lo que constituye un hecho extraño. Porque en Australia, donde nació hace 23 años, el tenis nunca se ha jugado sobre tierra batida. Allí la tradición de este deporte lo sitúa en hierba o en pista rápida, que hasta ayer se pensaba que eran las superficies favoritas de la jugadora nativa de Queensland. Pero el circuito femenino está tan descontrolado que cualquier tenista puede ganar en cualquier lugar y Barty logró ayer el gran triunfo de su carrera en la Philippe Chatrier, que ha visto coronarse a seis jugadoras distintas en los últimos seis años. Aún más, los doce torneos que se han jugado este año en tierra han tenido doce campeonas diferentes. La australiana se vio ante su gran oportunidad y la cogió con fuerza.

La de Ipswich fue campeona de junior de Wimbledon en 2011, pero decidió dedicarse durante dos años al cricket para estar cerca de su familia. Cuando volvió al tenis, en junio de 2016, estaba en el puesto 623 de la WTA por lo que su progresión, como el de muchas otras jugadoras, ha sido fulgurante en estos 36 meses. Chris Evert, 18 Grand Slams en su palmarés, le entregó el trofeo de campeona y Rod Laver, la gran leyenda del tenis aussie al que todos rinden pleitesía, honró como merecía a su compatriota, que es la primera jugadora australiana que gana Roland Garros desde que lo hizo la mítica Margaret Court en 1973. Samantha Stosur lo había intentado en 2010, pero perdió la final. Además, el triunfo llevará a Ashleigh Barty hasta el número 2 del mundo donde no había una jugadora de su país desde Evonne Goolagong en 1976. Además, en Barty concurre otra rareza y es que muy pocas jugadoras en activo pueden presumir de ser campeonas de Grand Slam en individual y dobles.

Esa versatilidad, que le ha dotado de una gran variedad de golpes desde su 1,66 metros y sin necesidad de pegar garrotazos a la pelota como muchas de sus rivales en el circuito, se ha dejado notar durante todo el torneo y en la final en la que Marketa Vondrousova acusó el miedo escénico: 6-1 y 6-3 después de una hora y diez minutos. La final no tenía grandes nombres, pero se esperaba más igualada porque las dos jugadoras tienen buena mano. Pero la checa de 19 años se mostró muy agarrotada y cedió por 28-11 en el cómputo de goles ganadores. Barty, mucho más habituada a los grandes escenarios, dominó a placer y cerró la final con un remate cerca de la red. Lo suyo no es casualidad ya que es la única jugadora que ha disputado los cuartos de final de los dos Grand Slams que se han jugado este año.

“Es especial ganar aquí después de Margaret Court, que fue una inmensa campeona. Pero también me acuerdo de Samantha Stosur, la última australiana en llegar a la final en París, en 2010, y en ganar un Grand Slam, el US Open de 2011”, comentó la nueva campeona, que admitió que “pese a las apariencias, también estaba muy nerviosa al inicio del partido”. “Esto no ha hecho más que empezar”, anunció.