Bilbao - El PGA Championship dejó claro el primer día que no iba a perdonar ningún error y en el segundo mantuvo esa tendencia. El campo de Bethpage Black fue un calvario para todos los golfistas. Hubo muy pocas opciones de birdie y eso provocó que los bogeys penalizaran muchísimo. Era un día para salvar la situación y aguantar en la pelea, pero Jon Rahm quedó inmerso en el laberinto presentado y no pudo salir de él. El vizcaino, al igual que le ocurrió el primer día, tuvo muchos problemas para encontrar las calles y esta vez no pudo compensar sus errores con golpes geniales que le ayudaran a cerrar el par. En total fueron siete bogeys que le llevaron a terminar el recorrido con una tarjeta de cinco golpes por encima de lo establecido por el campo. Fue un mal día de golf en el escenario menos idóneo y eso le llevó a quedarse sin poder competir en el fin de semana del segundo grande de la temporada.

El Bethpage Black se presentó como un campo largo, perfecto para los pegadores y muy exigente en todos sus hoyos. Pero en estas dos primeras jornadas no solo valió con la potencia, los golpes desde el tee exigieron mucha precisión y fueron decisivos a la hora de marcar una frontera entre los jugadores que pelearon por el título y los abocados a sobrevivir a un día en el que cada pequeño error pesó demasiado. Rahm fue uno de esos golfistas faltos de puntería. Sus golpes no encontraron la calle y en los primeros nueve hoyos todos sus disparos iniciales se fueron al rough. Perdido entre la hierba densa, no hubo ninguna opción de birdie y sumó cinco bogeys en seis hoyos.

El golfista vizcaino no perdió la esperanza y su esfuerzo ganó enteros en el hoyo 1, el décimo para él. Rahm consiguió encontrar por primera vez la calle desde el tee y desde esa posición todo resultó más sencillo. Acertó con el hierro y se dejó una buena opción de birdie que supo materializar. En el siguiente la secuencia volvió a repetirse y volvió a empequeñecer su tarjeta. Las cosas funcionaban y logró ganar más confianza en el 3 a pesar de no lograr un birdie. Sin embargo, en el 4 llegó el mazazo definitivo. Bola al rough y problemas de nuevo. Otro bogey. Remontada detenida de una manera brusca y dolorosa. Este hoyo le hizo mucho daño al de Barrika, que ya no se recuperó. Entró otra vez en una fase irregular de juego y empezó a perderse entre los caminos más complicados para embocar. Con pocas opciones de birdie, Rahm no pudo mejorar su tarjeta y se despidió con un mal sabor de boca del PGA Championship.

Rahm finalizó la jornada “desquiciado”. No le salieron las cosas y le dejaron fuera de poder pelear por su primer grande. “Los primeros nueve hoyos han sido malos y luego parecía que salía el sol en los segundo nueve, pero tampoco he podido acabar bien”, reconoció el barrikoztarra. A pesar de todo, el vizcaino quiso quitarle hierro al asunto y espera que lo vivido en el PGA Championship se quede en una mala anécdota: “Es golf y es lo que hay. Estas cosas pasan. A todo jugador le pasa alguna vez durante el año, lo malo que ha sido en una semana importante. Con lo mal que he jugado, es una suerte que me haya quedado cerca de pasar el corte”, declaró. Rahm deberá recuperarse rápido de este tropiezo para afrontar con garantías el maratón de torneos que tiene por delante, empezando por el Charles Schwab Challenge de la semana que viene y con el US Open en el horizonte.

OTAEGUI ELIMINADo El otro representante vasco en el PGA Championship, Adrián Otaegui, tampoco pudo superar el corte y quedó eliminado. El guipuzcoano mejoró con respecto al día anterior, pero tampoco encontró la regularidad en su juego y acabó firmando una tarjeta de dos golpes por encima del par del campo, para acabar su participación en el grande con un resultado de cinco golpes más que el par.