bilbao - Jon Rahm puso ayer una pica en el Augusta National y dio otro paso adelante en su trayectoria profesional. Por primera vez en su carrera, su nombre figuró durante algo más de una hora y media en lo más alto de la clasificación del Masters, el major más deseado por todos los jugadores. Su vuelta de 69 golpes, tres bajo par, le llevó a marcharse a la casa club empatado en el liderato con el australiano Adam Scott, el ganador de la chaqueta verde en 2013, y con el sudafricano Justin Harding, un debutante que a sus 33 años está siendo una de las sensaciones de este año en el Circuito Europeo. En el turno de tarde, se sumaron el inglés Ian Poulter, el tailandés Kiradech Aphibarnrat, los estadounidenses Bryson DeChambeau, Dustin Johnson, Kevin Kisner y Brooks Koepka en un grupo muy numeroso y del máximo nivel. En los últimos hoyos este último apretó para deshacer esa igualdad y colocarse como líder en solitario con seis bajo par al cierre de esta edición, uno por delante de De Chambeau y dos de Johnson, Poulter y el siempre imprevisible y genial Phil Mickelson.

El golfista de Barrika se había puesto una primera tarea para su tercera presencia en el Masters y la cumplió con creces. En 2017 y 2018 había cerrado con 73 y 75 golpes, respectivamente, la jornada inaugural y mejorar esos registros le abre un horizonte esperanzador en esta edición que se puede ir complicando con el paso de los días por culpa de la climatología ya que se anuncian tormentas y mucho viento en el Augusta National. De hecho, en la parte final de la jornada ya apareció la lluvia tímidamente. Por eso, situarse bien desde el principio puede ser una baza a explotar en un campo que se ajusta a las características del vizcaino. “Augusta parece hecho para Rahm”, ha dicho la leyenda Gary Player, que ayer con 83 años volvió a protagonizar el golpe de apertura junto a Jack Nicklaus, de 79 años, la mayor gloria de ese deporte.

Después de los protocolos, se puso en marcha el torneo y Jon Rahm pronto tomó posiciones con dos birdies en el 3 y el 4, tras dos grandes hierros, para rondar el liderato que en ese momento cumplía el dicho de que los últimos serán los primeros porque al margen de Harding alojaba a otros dos debutantes, el danés Lucas Bjerregaard y el canadiense Corey Conners, que es el último jugador que se ganó la plaza para Augusta. El juego fluía, pese a que el viento empezaba a soplar con bastante fuerza. Sin embargo, ya se sabe que nadie está libre de que el campo le sume golpes y, así, en el hoyo 5 su segundo impacto se pasó de green y desde la pendiente no pudo completar la recuperación y se anotó su primer bogey. El segundo cayó en el 8, un par 5, que se le complicó tras visitar un bunker profundo de salida. Tirando para birdie desde muy lejos, sumó tres putts para regresar al par del campo y obligarse a volver a empezar.

reacción inmediata Lo hizo sin tardar. En el 9, sumó su tercer birdie tras un segundo golpe excelente que le dejó un putt muy sencillo. A partir de ahí, el juego del de Barrika creció en seguridad y dejó algunos momentos de muchísima calidad, sobre todo alrededor del green y de las banderas. Por ejemplo, en el 11 sacó una bola de entre los arboles y en un terreno complicado y la dejó a unos diez metros del agujero desde se anotó uno de los mejores putts del día para hacer el cuarto birdie. Porque hubo otros que sin entrar y enviados por rutas complicadas hacia el hoyo le sacaron de apuros. En el 13, otro par 5, tiró un putt para eagle apuntando en la línea paralela a la bandera y la caída del green le dejó el birdie hecho.

Con el quinto birdie del día, alcanzó el coliderato que durante cuatro hoyos compartió también con Tiger Woods, cuya compañía volvió a sacar lo mejor de Jon Rahm hasta superar a la megaestrella de Cypress. En el 14 estuvo muy cerca del -4 y del liderato en solitario, pero su putt para birdie rozó la cazoleta. Cerró su vuelta con todo pares, aunque en el 16 tiró otro putt de trayectoria curva que pasó muy cerca del agujero y en el 17 se quedó dos palmos cortos y se le escapó la última oportunidad de birdie. En todo caso, su actuación de ayer mereció una nota muy alta porque en ningún momento perdió el foco ni se desordenó y acabó con su tercer menor número de golpes en el Augusta National, tras los 68 y 65 de la segunda y tercera vueltas del año pasado.

En el resto de la jornada, hubo algunos batacazos inesperados que ponen en riesgo de no pasar el corte a algunos ilustres. A Txema Olazabal, como temía él mismo, se le hizo muy largo el campo, aunque su vuelta estuvo lastrada por dos dobles bogeys en el 2 y en 16 que le llevaron a un +6 final. Sergio García y Patrick Reed, los dos últimos ganadores, y Rory McIlroy, el principal favorito, cerraron con uno sobre par y Rafa Cabrera pagó muy caro el triple bogey del 8 y avanzaba con uno sobre par. Más sorprendentes fueron los padecimientos que pasaron Jordan Spieth, el ganador de 2016, y Justin Rose, el número 1 del mundo, ambos en +4, o de Paul Casey, con +6.