LA Volvo Ocean Race es una de las pruebas más duras del mundo. En esta vuelta al mundo en vela, las mejores tripulaciones trabajan día y noche para combatir ante las siempre impredecibles condiciones de los océanos en etapas que pueden llegar a durar más de veinte días. Es el espíritu de la aventura en su máximo esplendor. Bajo este escaparate, en 2014 un grupo de mujeres quiso dar un grito. Cambiar el signo del deporte con un gesto. El SCA Team, compuesto exclusivamente por tripulantes femeninas, participó en aquella edición. El apoyo recibido fue enorme y varias de sus protagonistas aprovecharon ese reconocimiento para que su iniciativa no se quedara en algo puntual. Fue el nacimiento del Magenta Project. Esta iniciativa quiere ayudar a que las mujeres tengan más reconocimiento dentro del mundo de la vela. Libby Greenhalgh (Brigthon, Australia, 1980) y Abby Ehler (Plymouth, Inglaterra, 1976) son parte de ese proyecto desde sus inicios y estarán en el SAIL In Festival, que arrancó ayer en Bilbao.

El nacimiento del Magenta Project fue casi una obligación, una responsabilidad hacia el resto de las mujeres navegantes que peleaban día a día por ganarse un sitio dentro de una tripulación. “Una de las grandes oportunidades que surgieron es que nos encontramos en una posición con la que podíamos provocar cambios para otras personas y dentro de este mundo”, afirma Greenhalgh. La semilla floreció y la iniciativa llegó a consolidarse. Ahora el proyecto se encarga de ayudar a las mujeres en su formación, en la promoción y contactando con diferentes organizaciones que les ayuden a ganarse un sitio en los eventos de vela.

Las tripulaciones están compuestas por hombres y mujeres, no hay categorías por genero en las grandes citas transoceánicas. Sin embargo, esta situación no favorece a la inclusión de la mujer en el mundo de la vela. “Lo que está ocurriendo es que a las mujeres no se les suele dar esa oportunidad para obtener experiencia y no es porque no tengan las habilidades necesarias. Es lo que estamos intentando cambiar”, declara Greenhalgh. Estas dos mujeres consiguieron llegar a lo más alto, pero no fue sencillo conseguir ganarse el respeto del mundo de la vela. “En primer lugar es muy difícil formar parte de una tripulación siendo mujer, tienes que ganarte el respeto. Con mi equipo sentí que me gané el respeto. Había hecho la Ocean Race antes, había capitaneado antes y tenía las habilidades necesarias. Pero las nuevas generaciones tienen que trabajar el doble o el triple de duro que los chicos”, afirma Ehler. Estas dos navegantes comprendieron las diferencias de genero una vez convertidas en profesionales. “Cuando yo capitaneaba por primera vez, era la única chica de la tripulación y no me parecía ningún problema. Pero en los últimos, más o menos, cinco años el mundo ha empezado a dejar claro la diferencia que hay a nivel de igualdad de genero y como hay mujeres que tienen difícil desempeñar ciertos papeles”, explica Ehler, que tuvo claro que a partir de ahí quería “ayudar a otras mujeres a cumplir los sueños que yo he conseguido”.

Ehler y Greenhalgh tienen claro que todavía queda mucho trabajo por delante y que no solo basta con su Magenta Project. Sin embargo, miran con optimismo al futuro. “Todavía va a llevar unos años ver a una serie de mujeres que compitan y que tengan el nivel necesario, esa cantidad de talento que todavía no tenemos. Pero muchos de los problemas y frustraciones que hemos tenido espero que desaparezcan en cinco años y no se hable de la diversidad de genero”, opina Ehler. Mientras, su compañera de viaje cree que “cinco años es muy optimista”, pero también mira con buenos ojos la evolución de la vela en pos de la igualdad: “Una de las cosas más importantes es que ahora vemos una mujer por lo menos en cada tripulación y antes había cero”. Ehler y Greenhalgh dos pioneras que trabajan para dar el relevo a otras mujeres entre las condiciones del salvaje océano de la vela.