Gracia Alonso de Armiño apenas tuvo tiempo para pasar un rato por la Villa Olímpica de París a recoger su equipaje, en el que incluyó una medalla de plata “que nos ha sabido a oro”. La jugadora de Santutxu ha sido una de las heroínas del 3x3 de los Juegos, pero apenas va a tener tiempo para disfrutar de un logro histórico y por eso, y otras cosas, descartó quedarse en la capital francesa. “En diez días nos volvemos a juntar y lo que más apetece es irme a casa y poder descansar en un colchón sobre un somier de madera, no sobre un colchón de cartón”, asegura. “El cansancio y el resacón emocional” acompañaba en la cola de embarque tras un torneo muy exigente que no pone fin al 3x3 este verano. “Ahora estaba prevista una concentración de la que creo que nos van a liberar. La semana que viene hay un torneo de Women’s Series en Bakú y a la siguiente el Europeo en Viena. Parece que en París se acababa el verano, pero aún queda y luego, además, en septiembre empezamos las pretemporadas del 5x5 y tenemos que aprovechar cada hueco que tengamos para descansar. Esto es un no parar”, explica.
El lunes acabó lo que Alonso de Armiño define como “un maratón” que el cuarteto de España fue afrontando con inteligencia y que la bilbaina rememora: “Teníamos claro que el que llegara al domingo vivo iba a tener opciones. Supimos jugar nuestras cartas a nivel físico y mental, tuvimos un bajón el tercer día, pero entendimos que todo el mundo puede perder y cogimos aliento para volver más fuertes”. Todo el recorrido resume “la historia del 3x3, que da igual como empieces porque pueden pasar mil cosas y no puedes pensar en los errores. Hay que enganchar acciones o rachas positivas. De ahí salió ese cuádruple empate que nos dio el pase a semifinales. Ha parecido que ha habido carambolas y acciones agónicas, pero al final hemos tenido el mérito de sacar los resultados adelante”.
El segundo puesto del grupo las colocó en la jornada decisiva, con tres metales en juego para cuatro equipos. “Llegamos muy centradas y sin presión. Además, nos sentíamos cómodas porque teníamos rivales como Alemania o Canadá, contra los que ya habíamos jugado varias veces”, explica. La semifinal era contra Estados Unidos, “un equipo más desconocido. Nuestro plan era estar sólidas atrás y apretarlas para que sus tiros no fueran cómodos. En ese sentido, el partido de semifinales fue más duro que la final a nivel físico o mental porque sabes que si ganas eres medalla sí o sí y no puedes guardarte nada”.
Tras un par de horas de descanso y con la medalla ya asegurada, era importante no perder la tensión. En la final esperaba Alemania, el mejor equipo del torneo y “el partido fue más dinámico, hubo más movimiento de balón. Tuvimos una ventaja a mitad del partido que no supimos manejar, pero es que ellas son un gran equipo que lleva mucho tiempo junto y al final encontraron tiros liberados y acierto que nos quitaron esa renta. Todo se decidió por muy poco, como ha ocurrido en la mayoría de los partidos de los Juegos”. La clave del éxito fue “sacar ese gen competitivo innegociable que nos caracteriza”.
A Alonso de Armiño le han llegado los videos de la gente que se reunió en Santutxu para ver la final, “y me encanta. En realidad, me he sentido muy arropada durante toda la competición”. Muchos aficionados al deporte han descubierto en esta cita olímpica el 3x3 y la final tuvo una audiencia televisiva superior al millón. “Me alegro mucho de que hayamos transmitido esa intensidad y esa emoción”, dice la medallista de plata, que espera que “la gente se enganche a esta disciplina y pueda propulsarse con ligas de formación e, incluso, profesionales porque hemos sido la única selección sin respaldo detrás de una competición profesional. Por eso, haber logrado una medalla tiene mucho mérito”.
Gracia Alonso de Armiño ha entrado en el exiguo pabellón de medallistas olímpicos de Bizkaia con una plata que se añade a las que lograron la selección masculina en 1984, la generación de los Gasol y compañía en 2008 y 2012 y sus compañeras del femenino en 2016. “Nos sentimos unas privilegiadas, pero tenemos que acordarnos de todas las que han seguido el camino antes y han impulsado esto desde que arrancó en 2013. Juana y yo nos hemos adaptado a Vega y Sandra, que son las que llevan el peso. Hemos podido absorber ese legado y ellas nos han sabido guiar de la mejor manera hasta esta merecida plata”, concluye la bilbaina tras la mejor experiencia deportiva de su vida, “de las que quedan en el recuerdo para siempre”.