Los triunfos en las finales de los 1.500 libre y del relevo femenino de 4x100 estilos permitieron a Estados Unidos evitar el sorpasso de Australia en el medallero de La Defensa Arena, la piscina en la que se ha desarrollado la natación en los Juegos de París. Una natación que cerró ayer domingo esta cita olímpica con dos nuevos récords mundiales, precisamente del yanqui Finke, que finalizó los 1.500 libres con un tiempo de 14:30.67; y del equipo norteamericano del 4x100 estilos, que con un 3:49.63 superó la marca que también tenía Estados Unidos desde verano de 2019, 3:50.40. De esta forma, con estos dos nuevos oros, el país de las barras y las estrellas sigue dominando la piscina olímpica, un territorio que ha conquistado casi ininterrumpida, desde los Juegos de Roma 1960.
De hecho, solo en dos ocasiones desde entonces Estados Unidos no ha ocupado la primera plaza en el conteo de metales. En los Juegos de Moscú 1980, en los que Estados Unidos no participó, y en los de Seúl 88, en los que se vio superado por la extinta República Democrática de Alemania. Volviendo a la actualidad, en París, el combinado yanqui parecía de nuevo abocado a la segunda plaza tras llegar a la última jornada de competición con un oro menos, seis, por los siete que contabilizaba Australia. Hasta que apareció Finke para igualar la clasificación con su presea dorada en los 1.500 libres. Una prueba condicionada por el polémico bañador de poliuretano del chino Sun Yang y que no le sirvió ni para estar en el podio puesto que a Finke le acompañaron el italiano Gregorio Paltrinieri, plata; y el irlandés Daniel Wiffen, bronce.
Y en la última competición de natación en los Juegos de París, el relevo 4x100 estilos femenino, Estados Unidos se coronó como rey de la piscina. Regan Smith, Lilly King, Gretchen Walsh y Torri Huske sí dieron la medalla de oro a su país, con un tiempo que es nuevo récord mundial y superando a Australia y a China, que fueron medalla de plata y bronce respectivamente.
Antes, en la primera prueba de la jornada, Sarah Sjoestroem añadió un nuevo oro a su palmarés con el 50 libre. Sin récord ni polémicas ni cambios históricos, la sueca de 30 años siguió escribiendo páginas doradas y sumó un nuevo título olímpico al de los 100 libres que conquistó el pasado sábado. Paró su crono en 3.71, logrando un margen de 26 centésimas sobre la australiana Meg Harris, plata, y con la china Zhang Yufei tercera y bronce.
Marchand, bronce
Pero quizá la mayor sorpresa de la piscina de los Juegos Olímpicos de París, más allá de la irrupción del francés Léon Marchand, llegó en el relevo de estilos masculino. Prueba en la que además competía la nueva estrella gala. Desde 1960 que Estados Unidos venía ganando esta competición. Con insultante suficiencia puesto que además ostenta los récord mundial y olímpico de la modalidad, con 3:26.78 en ambos casos. Sin embargo, China acabó ayer con el dominio norteamericano con un último relevo descomunal, de otro planeta, de Pan Zhanle, que el día de su vigésimo cumpleaños se regaló este oro. El nadador partió tercero su relevo y en sus 100 metros libres superó al estadounidense Dressel, que dio a su equipo la plata; y al francés Florent Manaudou, que subió a su selección al último escalón del podio.
De esta forma, Marchand se despidió de los Juegos de París con una medalla de bronce, una presea que aunque no es desdeñable queda muy lejos de las prestaciones que el francés a exhibido en las pruebas individuales. No obstante, el joven se ha convertido en la estrella de la cita olímpica francesa, con precisamente cuatro oros y un bronce; y lo que es mejor, ya ha amenazado con convertirse en un nadador de época. El heredero de Michael Phelps.