El nombre de Alfonso Barasoain está muy ligado a dos equipos que ahora mismo están muy de actualidad. Uno es el Amorebieta, uno de los muchos equipos en donde impartió cátedra y al que logró subir a Segunda B en 2011, y el otro es el Eibar, a quién elevó a la categoría de club profesional al conseguir el ascenso a lo que entonces se llamaba Segunda División A en 1988. Barasoain murió ayer martes a la edad de 63 años y con él se va un clásico del fútbol vizcaino.

Barasoain, nacido en Mungia, desarrolló su dilatada carrera sobre todo dirigiendo a equipos de Segunda B, como fue el caso del Gernika, Sestao, Barakaldo, Amorebieta o Lemona, en el territorio Histórico de Bizkaia; además del Amurrio, Palamós, Gimnástica Segoviana, Eldense y sobre todo el Eibar, club en donde encontró el éxito profesional, iniciando su leyenda. Un equipo modesto, pero con un espíritu competitivo encomiable, señas de identidad que le permitieron posteriormente vivir en Primera División durante siete años, ya de la mano de otro técnico vizcaino, José Luis Mendilibar.

Si difícil le fue al equipo armero conseguir el ascenso a Segunda, mucho más difícil resultó conservar la categoría, objetivo que cumplió con muchos apuros y una determinación asombrosa. En la temporada 1988-89, el recién ascendido Eibar tenía toda la pinta de tomar el camino de vuelta, y sin embargo protagonizó una remontada de las que hacen historia, de 13 puntos a falta de solo cinco jornadas, manteniendo milagrosamente la categoría.

Permaneció al frente del Eibar, el equipo con menor presupuesto de la división de plata, dos temporadas más, en las que también consiguió el objetivo de la permanencia. En la 89/90 sufriendo y apurando hasta la última jornada, cuando se impuso al Espanyol en su campo, entonces Sarria, contra todo pronóstico.

El destino quiso que pudiera repetir la misma hazaña una década después, cuando Barasoain fue reclutado durante el parón navideño del curso 1998/99 para reflotar a un Eibar enfilado a Segunda B. Prácticamente descendido desde la jornada 34, enlazó tres empates y seis victorias en las nueve últimas jornadas para dejar de nuevo al Eibar en Segunda.

Barasoain se despidió marchando a pie de Gernika a Arrate para celebrar lo que parecía un milagro.