España, con posesión pero sin mordiente, cae por primera vez en la presente Liga de Naciones ante una Ucrania que materializó su plan con un gol decisivo de Tsygankov.

España merodeó el área de Ucrania, la sobó, empujó con el balón e instaló la tienda de campaña. Pero lo hizo sin clarividencia frente al esfuerzo por la supervivencia de una selección que se jugaba gran parte de sus opciones de estar en la fase final de la competición. Ante la escasez de últimos pases, decisivos, Adama Traoré es ese tipo de futbolista que con su envidiable condición física encuentra donde no lo hay. Convierte los metros en centímetros. El extremo derecho, un velocista metido a futbolista, penetró hasta la línea de meta, la cal del fondo, pero sus centros no encontraron rematador. La exuberancia de aquel fantástico 4-0 del mes pasado, ayer eran nubarrones. Intentos estériles.

España en ocasiones saca rédito de esa movilidad en posiciones de ataque, pero en otras acusa las carencias de un nueve estilo palomero. La factura de la carencia del gol la pagaron Ansu Fati y Rodrigo, reemplazados por Ferrán Torres y Oyarzabal, también ofensivos, aunque perfiles parecidos. Más de lo mismo cuando al plan A se le da una mano de pintura pero sigue siendo el A.

El éxito de la consistencia defensiva reafirma la idea de la labor de contención. Y Ucrania creció en impermeabilidad. Rodri, en una acción poco frecuente del manual de la España de los últimos tiempos, disparó desde la distancia a punto de desequilibrar. La virtud del jugador del Manchester City, el nuevo eje de España, fue la capacidad de sorprender, la que faltó a los muchachos de Luis Enrique, que movieron el esférico buscando un desgaste que no encontraron en la tropa de Sevchenko. Más de un 70% de posesión buena, bonita y... barata. La trinchera de los chicos del Este, plagada de bajas, se fue apelmazando.

La confianza que reporta el trabajo bien hecho permite concesiones, tirarse largos. Cuando la moral crece, los músculos se resienten, para bien. Psicología del deporte. Apareció el lucimiento, Ucrania se estiró, y Yarmolenko dibujó una asistencia que Tsygankov resolvió, en la soledad frente a De Gea, como el trazo de un dibujo infantil.

Y de nuevo, tras el chispazo de lucidez, vuelta al trabajo: la identidad de una Ucrania protectora, ordenada hasta desesperar. Porque en la desesperación cayó España. Incrédula. Buscando en Ceballos y Olmo ese último pase, esa resolución que impartiera justicia. Pero el fútbol no es de quien posee el balón, sino de quien atesora el gol. En el patio, el dueño del balón es el mejor amigo, hasta que termina el partido y el máximo goleador se convierte en entrañable colega. Cosas de la vida.

La Ucrania de Sevchenko no representa a su técnico, marido del gol, una oda al ataque, pero sabe sacar provecho de sus facultades, se conoce. España permanece en ese proceso de saber cuál es su once ideal, quién ocupa cada rol. Cuando todo marcha bien, es una fiesta de reparto de minutos, pero ayer el equipo padeció los repartos de poder. La buena nueva para España fue el empate de Alemania con Suiza (3-3). El Grupo D queda así: España, 7 puntos; Alemania, 6; Ucrania, 6; Suiza, 2. Restan dos jornadas para decidir al mejor, el que pasará a la fase final. España tiene deberes.

UCRANIA: Bushchan; Karaváev, Zabarnyi, Mykolenko, Sobol; Sydorchuk (Min. 60, Kovalenko); Makarenko, Shaparenko; Yarmolenko, Zubkov (Min. 65, Tsygankov); y Yaremchuk.

ESPAÑA: De Gea; Jesús Navas, Sergio Ramos, Pau Torres, Reguilón; Rodri, Mikel Merino (Min. 46, Dani Ceballos), Canales (Min. 73, Dani Olmo); Adama Traoré, Ansu Fati (Min. 58, Ferrán Torres) y Rodrigo (Min. 58, Oyarzabal).

Goles: 1-0: Min. 76, Tsygankov.

Árbitro: Pawel Gil (Polonia).

Incidencias: Cuarta jornada de la Liga de Naciones disputado en Olímpico de Kiev ante 10.495 espectadores.