Iruñea - Todavía no puede decir que está de vacaciones debido a los numerosos compromisos que ha adquirido. Todos ligados a promocionar el fútbol femenino y la figura de la mujer en el deporte y la sociedad.

¿Influye haber participado ya en un Mundial para comentar mejor ciertas acciones en televisión?

-Es más sencillo empatizar cuando te has visto en esa situación. Me veo en la posición de Paños (la guardameta de España), por ejemplo, y ya sé lo que es, porque ya lo he vivido. La voy a defender, porque se merece que la defienda. Al principio estuve un poco cautelosa porque valorar a compañeras en activo es un poco complicado. Al final tu bagaje te hace tener un punto de vista diferente. Criticar una acción es difícil, porque tú sabes que pasan muchas cosas antes de una toma de decisión, pero por lo demás está siendo una experiencia bonita. Me lo estoy pasando bien.

Precisamente las porteras están siendo protagonistas, al examinar el VAR la normativa de que la portera debe estar pisando la línea de gol en el momento de lanzar los penaltis.

-Están mostrando cartulina amarilla a las guardametas cada vez que se adelantan dos centímetros. Lo complicado no es la norma en sí, que siempre ha existido, sino examinarla con el VAR. Adelantarte dos centímetros implica sanción. Ahí viene el cacao. Va a ser curioso cuando llegue la primera tanda de penaltis, porque ¿qué van a hacer las árbitras? ¿Van a expulsar a la portera si se adelanta dos centímetros en dos lanzamientos? ¿Se va a poner una jugadora de portera y si se adelanta también la expulsan? En realidad estás yendo contra todo lo que nos han enseñado desde pequeñas. En el entrenamiento de portería siempre te enseñan que tienes que achicar el espacio y reducirlo para abarcar más portería, y es imposible después de haber mecanizado ese gesto durante diez-quince años o el tiempo que lleven jugando. La norma no me parece mal, el problema es cuando la aplicas tan estrictamente a través del VAR. He estado hablando con entrenadores de porteros y otras porteras y todos pensamos lo mismo. Y también deberían comprobar con el VAR si las jugadoras del equipo contrario entran al área o no.

Por lo demás, ¿cómo está viendo el Mundial?

-En un Mundial cualquier selección te pone las cosas difíciles. Se ha visto con Argentina o Italia. Es una competición complicada y a partir de octavos puede pasar cualquier cosa.

¿Incluso que pueda perder Estados Unidos?

-Por supuesto. Estados Unidos también puede tener un mal día. En la final de la Copa todo el mundo apostaba porque iba a ganar el Atlético y al final la Real se hizo en el título. Si no hubiera sorpresas, sería un aburrimiento. Es lo que hace al fútbol atractivo.

¿Qué recuerdos tiene de su experiencia en el Mundial de Canadá, hace cuatro años?

-Era el primero al que íbamos. No competimos al nivel que teníamos. No me salió un buen Mundial y recuerdo que se me pasó volando. Una sensación extraña. No lo disfruté deportivamente. Para cuando te das cuenta ya estás haciendo las maletas para volver. Así que cuando me preguntan qué consejo daría antes de ir solo insisto en la importancia de estar concentradas desde el primer momento, porque es una competición muy breve.

Ese Mundial de Canadá marcó un antes y un después, ya que hubo un plante y se consiguió que en la selección se renovara al cuerpo técnico.

-Fue un primer punto de inflexión. Ahora estamos viviendo el segundo punto de inflexión para que el fútbol femenino explote. Está muy bien todo lo que estamos viviendo, con estadios llenos, buenas audiencia... Pero no podemos quedarnos aquí. Es importante el crecimiento y sentar las bases. El reto ahora es pelear por un convenio, por conseguir patrocinadores, por comercializar los derechos de imagen... Que se establezcan las bases para seguir creciendo a nivel estatal.

Ha llegado al boom del fútbol femenino con 34 años.

-Sí. Mi aita me dice que un poco tarde, pero le contesto que al menos he tenido la opción de vivirlo, porque otras compañeras que estaban antes que yo no han podido. Lo que nos gustaría es que las niñas de hoy se aprovechen de todo esto mañana. Ya ha ocurrido en otros deportes como el baloncesto o el balonmano femenino en Navarra que tuvo unos años muy buenos y después desapareció. Hace falta poner las bases para que ese crecimiento se mantenga.

Con 34 años, ¿sigue disfrutando como el primer día?

-Sí. Yo creo que me queda poco, pero me veo con fuerzas. El otro día estaba discutiendo en las redes sociales tras el Argentina-Escocia con tanta pasión que noté que todavía estoy muy dentro.

¿Y cómo se imagina su futuro? ¿Pasará por seguir ligada al fútbol o por la química?

-No lo sé. Y creo que tampoco va a depender solo de mí, sino de la oportunidad que me surja. Por ahora tengo varias vías abiertas. Estoy en excedencia de mi trabajo. Puede ser un doctorado, un máster, pero también tengo iniciada la formación como entrenadora, como entrenadora de porteras y, quién sabe, igual como comentarista.

De momento la veremos la próxima semana en Barañain, lanzando el cohete.

-Sí, eso seguro. Todavía no sé qué día volaré a Pamplona, porque el lunes hay partido de la selección, pero tengo que atender una serie de asuntos. Lanzaré el cohete y no me quiero perder la comida con el grupo de mujeres que propuso mi candidatura (Hagin talde feminista). A ver si puede venir esos días mi hermana y nos podemos juntar la familia.

Una manera también de dar visibilidad al fútbol femenino.

-Pues sí. Hace ilusión que se acuerden de una después de tantos años fuera. Y es una forma de visibilizar a los referentes femeninos. Cada una elige lo que quiere ser y yo de pequeña nunca pensé en ser futbolista, porque no era una opción. Hoy en día eso ha cambiado. Nos habían vendido que éramos iguales, pero ha habido que superar barreras para ir consiguiendo pequeños logros. Este movimiento feminista que está saliendo a las calles nos dice que se van dando pasos, pero todavía queda mucho camino por recorrer.