Valencia - El vetusto estadio de Mestalla se quedó pequeño ayer para albergar la gran fiesta de celebración del Valencia con sus aficionados tras ganar la Copa ante el Barcelona (2-1) en el año del centenario de un club que no festejaba desde hacía once la consecución de un título.

Incluso antes de que aterrizara el avión del Valencia en Manises el estadio había comenzado a llenarse. Nadie se quería perder la fiesta y eso que la noche había sido larga. Las tribunas altas fueran las últimas en abrirse al público después de que se llenara el resto del estadio y comenzaran a formarse colas en algunas de las puertas de entrada al coliseo valencianista.

Las casi dos horas que los aficionados tuvieron que esperar para que llegara el equipo al estadio no desanimaron a la afición, que no paró de cantar, hacer la ola y jalear a su equipo, mientras que por las pantallas del estadio veía el recorrido del autobús en el que viajaba la plantilla por las principales calles de la ciudad.

Pasaban unos minutos de las 19.00 horas cuando el autobús asomó por una abarrotada Avenida de Suecia (donde se ubica la fachada principal de Mestalla) que, con una larga traca y al grito de “campeones, campeones’ y ‘Sí, sí, sí, la copa ya está aquí”, recibió a sus jugadores.

Los futbolistas y los miembros del cuerpo técnico fueron saltando al césped de Mestalla y se subieron a una tarima ubicada en el centro del terreno de juego. Mientras sonaba el ya clásico We are the champions de Queen, los futbolistas ofrecieron el trofeo a su afición, que respondió al grito de “Campeones” con las bufandas valencianistas al aire.

Comenzó la fiesta. Los futbolistas bailaban y cantaban con su afición hasta que Parejo, el gran capitán, cogió el micrófono para dirigirse a una hinchada entregada que coreó sin cesar su nombre. Las lágrimas asomaban en los ojos del jugador madrileño, que fue rodeado y abrazado por sus compañeros. A continuación fue el turno de Marcelino, quien fue manteado por sus futbolistas antes de poder hablar.

El técnico asturiano aseguró que la plantilla tenía menos experiencia que el Barcelona pero “en corazón, seguro” que no les iban a ganar.

El acto concluyó con la vuelta al campo de todos los jugadores y cuerpo técnico para ofrecer la copa a una afición entregada, que estaba ávida de celebraciones y que confía en no tener que esperar otros once años para repetirlo. - Sergio Morro