bilbao - A un palmo de la última gran batalla a través de la Sierra de Gredos, se enredó la Vuelta de mala manera en el barro de la polémica, atrapada la carrera en el fuego cruzado de las acusaciones, las miradas cargadas de plomo y el ambiente tenso, irrespirable, bélico. Guerra abierta en Toledo, que dispone de un museo del ejército y el estandarte de Federico Martín Bahamontes. Una caída en la salida de Escalona, con un quitamiedos de piedra a su izquierda, a la ribera del río Alberche, a 65 kilómetros de meta, fue el detonante de una gran bronca que enrareció el ambiente de la Vuelta. En el suelo, Primoz Roglic, Miguel Ángel López y un buen número de dorsales. Aunque sin heridas, salvo Tony Martin que con una brecha en la ceja tuvo que abandonar, el pelotón se fragmentó por la caída. En el Movistar, que buscaba el viento, entendieron que el accidente, del que se libraron Valverde y Quintana, era el escenario ideal para guerrear contra el líder. El Movistar se situó en la punta de lanza dispuesto a dinamitar la carrera. Era su oportunidad.

La aceleración del Movistar, según sus directores estaba prevista de antemano, soliviantó al resto de equipos, que no entendían semejante actitud porque la carrera estaba parada. Ese, probablemente, fuera el matiz del enojo, el detalle que cambiaba la percepción de la ofensiva. Con la carrera lanzada, nadie para. Sin embargo, la carrera iba en calma. Unos escapados, desde donde surgió Cavagna, espada triunfadora en Toledo, y el pelotón embridado. El impulso del Movistar provocó la respuesta airada y malsonante de Miguel Ángel López, implicado en la caída, a la conclusión de la etapa. “Son los mismos tontos que siempre hacen las mismas cosas”. “El movimiento de Movistar es una falta de respeto al líder de la Vuelta. Siempre hacen el estúpido, es su manera de actuar”, argumentó López, que acusó al Movistar de juego sucio.

“Hemos caído 20 corredores o más. Ellos siempre son los típicos que se aprovechan de esos momentos. No es la primera vez. Ya lo hemos visto en otras oportunidades, en otras ocasiones, en otras carreras. Siempre hacen el estúpido. Son los mismos tontos que hacen las misma cosas. A ver si un día ganan una carrera atacando de frente”, dijo López, que tiraba con bala. Supermán no se mordió la lengua. “Esa es su forma de actuar. Ya se sabe. Esa es la reacción de ellos, siempre. Da mucha rabia con estas actuaciones tan tontas que hacen el equipo del campeón del mundo. ¡Vaya campeón del mundo que tenemos!”, arremetió el colombiano. Roglic, el líder, fue más diplomático. Evitó la polémica. “No sé muy bien lo que ha ocurrido porque estaba bastante atrás intentando solucionar los problemas que tenía mi bici y tendré que ver las imágenes”, resolvió en meta. Tras la montonera, la muchachada de Valverde -que no quiso hablar- logró un minuto de renta sobre Roglic y López, cortados por la caída. Astana al completo estaba detrás. La guardia de corps de López se puso en pie para rescatar a su líder. Roglic, con el equipo despedazado en la montonera, se subió al carruaje kazajo. El Movistar tiró durante 15 kilómetros hasta que frenó la ofensiva mientras el líder y López progresaban en una flagrante trascoche. La UCI había tomado cartas en el asunto y decidió que no se haría barrage: no habría huecos entre los coches de los distintos grupos después de la caída. Refugiados en el rebufo de lo vehículos, Roglic, López y el resto de damnificados alcanzaron el grupo del Movistar. Omar Fraile, uno de los guardaespaldas de Supermán, se puso a la altura de Valverde y le recriminó la actitud de su equipo. El Bala se encogió de hombros.

ataque previsto José Luis Arrieta, director del Movistar, no se quedó cruzado de brazos. Aseguró en RTVE que la UCI había decidido reagrupar la carrera permitiendo el trascoche de Roglic y López para que volvieran al pelotón. “La UCI ha dicho que iba a traer a todos a rueda de los coches. Si esto es ciclismo, si la UCI decide quién gana las carreras, de acuerdo, perfecto”, apuntó, muy molesto. Arrieta explicó que el ataque estaba previsto con anterioridad a la caída. “Se ha vivido como teníamos previsto. Ya sabíamos que la bajada era así, estaba el puente y luego estaba la zona de aire. A nosotros muchas veces nos ha tocado sufrir eso, por ejemplo con Valverde, y nadie se ha preguntado por qué no se para a esperar. Nosotros lo teníamos previsto así, era un momento que se podía aprovechar”. El técnico recordó que “otras veces nos ha ocurrido a nosotros y la UCI no ha tomado parte. Nosotros teníamos ya previsto el sitio del aire, donde había que pasar primeros. En el pueblo anterior ya estábamos adelante. Si nos tenemos que dejar horas y más horas en ver recorridos, en ver carreteras para que luego? A mí no me hace ninguna gracia una caída, pero otras veces nos ha tocado a nosotros y hemos perdido Vueltas y Tours. La decisión de parar ha sido nuestra. Cuando la UCI dice que va a empalmar a todos los corredores trascoche, pues ya está”, señaló muy disgustado. Arrieta pidió una reunión con los jueces para que argumentaran esa decisión. La decisión de los jueces es discutible, pero es muy distinto determinar que no hay lugar a un barrage a permitir que los corredores cortados enlacen permitiéndoles un trascoche.

Los caídos, arrastrados por los coches, se reagruparon. El viento, que ha dado a la Vuelta más emoción que todas las montañas juntas, soplaba furibundo y la tensión se volvió a disparar en el pelotón, a todo trapo en tierras vacías, donde corretea libre el viento. Hervía la carrera. Entre las ráfagas, los abanicos. Movistar volvió a la carga. Valverde, López, Pogacar, Majka y algunos peones del Bora conformaron una unidad amenazante. Roglic, otra vez fuera de foco, no tardó en empastar la caries. Rémi Cavagna, otro lobo de la manada del Deceuninck, fiero y poderoso, arrancó entre los huidos con la fauces sedientas de gloria. El francés cruzó el viento y arrancó un triunfo magnífico en Toledo tras soportar el empedrado en medio de una batalla campal. Solo Cavagna escapó de la bronca.