Convertido en uno de los favoritos de la afición extremeña por su competitividad, Jorge Bilbao había explotado en febrero con varias actuaciones extraordinarias ante rivales punteros, pero el parón por el covid-19 ha frenado su notable campaña.

¿Cómo se encuentra? ¿Cómo lleva esto del confinamiento?

—Estoy bien, de momento sano y tomándomelo todo con paciencia. El Cáceres me ha dado permiso para volver a Bilbao ya que mi madre estaba aquí sola y trabaja en el sector sanitario, en emergencias. Sabía que en esta situación iba a tener muchos turnos extra y así puedo echarle una mano. Estamos a la espera de que haya más novedades sobre las competiciones y hace un par de días nos comunicaron que nuestro club había solicitado un ERTE, que es lo que casi todo el mundo va a tener que hacer en LEB Oro.

En principio, las competiciones de la FEB están paradas hasta el 12 de abril, pero está claro que no se van a poder retomar en veinte días.

—Es completamente imposible. Básicamente van de semana a semana y creo que esperan a que organismos superiores como el Consejo Superior de Deportes digan algo más oficial para todas las competiciones y que así cada una no tenga que ir por su lado. Veremos cómo evoluciona el asunto, pero no tiene muy buena pinta.

Usted, como jugador y parte implicada, ¿de qué es partidario?

—La situación es complicadísima porque estábamos en la fase final del curso. Normalmente, los contratos en LEB Oro acaban al final de la campaña regular, en mayo, y los jugadores de equipos de play-off siguen teniéndolos hasta acabar de competir. Va a ser un lío tremendo. Yo, como muchos jugadores, quiero que la liga pueda acabarse de una forma u otra para que todo el trabajo hecho valga para algo. Si a mí me dicen que debo jugar en junio y julio para acabar el curso, por mi encantado, pero no todos los clubes comparten la idea, hay mucho tema económico de por medio.

El Cáceres ha pedido un ERTE. En LEB no hay contratos millonarios y los clubes ya de por sí van justos económicamente. Es un golpe terrible.

—Durísimo. Esto va a tener repercusiones enormes en los clubes, tanto para este ejercicio como para el próximo. Muchos patrocinadores no van a poder seguir aportando las cantidades actuales y muchos clubes tendrán incluso problemas para salir a competir el próximo curso. La situación no es nada halagüeña.

El parón le ha cogido en el peor momento posible. Estaba teniendo muchos minutos, muy buenos números, el equipo ganaba...

—Me ha venido fatal, tanto en lo individual como en lo colectivo. Habíamos empezado la segunda vuelta con seis victorias en siete partidos, batiendo además a algunos de los mayores presupuestos de la liga y habíamos ganado al Ourense, nuestro inmediato perseguidor, y teníamos el play-off bastante asegurado. En lo individual, estaba jugando muchos minutos y tenía la confianza de los entrenadores. Hubo varias lesiones en el juego interior, tuve que dar un paso adelante y lo cierto es que estaba muy bien.

¿Estaba su mejor momento?

—Sin duda. Mis dos primeros años como profesional, en Polonia, fueron muy difíciles por las lesiones y este año por fin sentía que estaba al 100%. En el primer par de meses tuve que acostumbrarme a una liga nueva, a una nueva carga de minutos y a lo que los entrenadores querían de mí, pero ahora estaba muy a gusto y con confianza. Sobre todo, estaba ayudando a que el equipo ganara y he tenido partidos con buenos números, haciendo cada vez más cosas en cancha. Por fin podía demostrar el baloncesto que llevaba dentro y cómo puedo competir.

¿Qué ha cambiado para dar ese paso al frente? ¿Evolución como jugador, confianza del técnico...?

—Han sido varios factores. En las últimas semanas, por problemas de lesiones, algunos jugadores tuvimos que arrimar más el hombro, el técnico me dio más confianza y lo he aprovechado. Me he visto titular, jugando minutos importantes, y en esa situación tú también coges confianza en ti mismo, te atreves a hacer más cosas y los compañeros lo notan y te buscan más.

En febrero, 16 puntos y 10 rebotes ante Melilla, 18 y 12 contra Palma. Esos números no los firma cualquiera en LEB Oro.

—Es cierto, porque es una competición muy dura. Además, Melilla y Palma tienen dos de los mejores juegos interiores de la liga y jugué muy motivado. Me encanta competir contra cualquiera, especialmente contra gente buena y de calidad. Quería demostrar que puedo hacerlo bien ante quien sea. Acompañaron los números, pero sobre todo las victorias, que es lo fundamental.

Cumple 25 años en junio y su deseo siempre ha sido jugar en la ACB. ¿Sigue siendo ese su objetivo?

—Sin duda. Mi primer objetivo siempre es ser mejor jugador que ayer, progresar todo lo posible. Lo que más me gusta es competir y siempre quiero hacerlo contra los mejores. La ACB es la mejor liga de Europa y quiero jugar en ella. Hay que ir poco a poco y tengo claro que debo seguir demostrando que puedo ayudar a mis equipos esté donde esté y seguir mejorando y progresando todos los días.

“Si me dicen que tengo que jugar en junio y julio para poder acabar la temporada, por mí encantado”

“La ACB es la mejor liga de Europa y quiero jugar en ella, me encanta competir contra los mejores”