Bilbao - El Bilbao Basket ha arrancado su temporada de regreso a la Liga Endesa de la mejor manera posible, con el impulso que imprimen las victorias a los proyectos humildes que tienen en la permanencia su meta competitiva. Dos triunfos en otros tantos encuentros ante rivales armados hasta los dientes como son el Iberostar Tenerife -batió en Málaga al Unicaja en la segunda jornada- y el Valencia Basket -arrolló en su debut al Andorra- cargan de optimismo tanto al equipo como a su entorno y respaldan el trabajo diario impulsado desde el cuerpo técnico que lidera Álex Mumbrú. Arrancar con un 2-0 no es sinónimo de campaña exitosa, pero acerca el objetivo final; las malas rachas en forma de derrotas llegarán, pero es mejor que lo hagan con la despensa de triunfos con el mayor abastecimiento posible.

Pero además del fondo, los resultados, en este inicio de curso de los de Álex Mumbrú han gustado también las formas, el juego, una propuesta que en la parcela ofensiva apuesta, al menos por el momento, por la velocidad, la verticalidad y por compartir con rapidez la bola para no desperdiciar la primera oportunidad ventajosa de lanzamiento que se presente. En definitiva, un baloncesto alegre y vistoso, incluso descarado, que el tiempo se encargará de confirmar si es algo puntual o una declaración de intenciones que ha llegado para quedarse, aunque el inquilino del banquillo del Bilbao Arena ya ha ofrecido alguna pista al respecto. “Nosotros tenemos que actuar así, es nuestra forma de jugar. Por encima del ataque está nuestra defensa y sabemos que podemos coger malos tiros o lanzamientos algo descarados con pocos segundos de posesión porque confiamos mucho en que luego defensivamente vamos a ser capaces de estar sólidos. A veces entrarán, otras veces no, pero hay que aprovechar cuando estás en un momento dulce”, reconoció el domingo el técnico catalán.

En el libreto técnico de Mumbrú todo parte del trabajo de retaguardia. Hizo hincapié en ello el pasado curso en la LEB, construyendo el bloque del ascenso desde esa premisa, y lo mantiene ahora en la ACB. Sin embargo, en el ataque se aprecian variaciones, atendiendo probablemente a la nueva tipología del personal que tiene en nómina y al ecosistema que proponen la ACB y sus rivales. El juego bilbaino era el pasado curso visiblemente más contenido y pausado, estático por definición, con los directores de juego reteniendo más la bola y jugando largo, acercándose en muchas ocasiones al límite de 24 posesión para buscar la canasta. La tipología de las defensas de la LEB, casi siempre colapsando la pintura, los problemas que arrastraron los hombres de negro en el triple casi todo el curso y la falta de suministro de puntos en alguna posición obligaron probablemente a optar por este modus operandi.

Velocidad y descaro Por contra, en estos dos partidos, con el equipo superando los 80 puntos en ambos, se ha visto a un Bilbao Basket mucho más desatado y amante del galope independientemente de la unidad que se encuentre en cancha. Ataques resueltos en pocos segundos, tiros a la mínima oportunidad tras un par de pases -muchas veces triples-, ocupación inmediata de las esquinas para abrir la cancha en los contraataques, lanzamientos en llegada... Esta apuesta por el descaro permitió que, por ejemplo, el joven talento Arnoldas Kulboka acabara el partido del domingo con once triples lanzados (metió cuatro) sin que nadie se lo recriminara porque entraran o no, llegaran en los primeros segundos de la posesión o en los últimos, la inmensa mayoría los realizó en buenas posiciones, sin forzar en exceso. Además, el grupo mantuvo el estilo en las duras y en las maduras. Voló cuando hubo acierto (ventaja de 21 puntos) y sufrió cuando el hierro se interpuso entre el balón y la red (0-12 y más de seis minutos sin anotar en el acto final). En esta última fase, no hubo reproches públicos por el atrevimiento, solo porque alguno de los tiros se hizo cuando aún no había posibilidad de cazar el rebote ofensivo.

Cuando se cuenta con una amenaza al poste (Ondrej Balvin), triplistas que anotan con solvencia (Kulboka, Rafa Martínez o Axel Bouteille) y jugadores capaces de romper en el uno contra uno (Jaylon Brown, Jonathan Rousselle o el propio Martínez), el juego gana en armonía. Ya llegarán el desacierto y las derrotas, pero a día de hoy la puesta en escena del Bilbao Basket es tan eficaz como atractiva.