EL Bilbao Basket ya ha hecho lo más difícil y se apuntó la segunda victoria del play-off de ascenso. No está siendo fácil dejar atrás al Trapa Palencia, pero al menos los hombres de negro ya se han asegurado la posibilidad de sentenciar la eliminatoria en Miribilla. Era lo que se buscaba en este partido porque la presión ahora está toda del lado de los castellanos, que confirmaron su mala tendencia reciente cuando juegan como locales.

Suele decirse que en una eliminatoria a cinco partidos los impares suelen ser claves y el Bilbao Basket ha cumplido escrupulosamente con esa parte de guion. Si gana el siguiente impar, estará en la Final Four, aunque seguramente Álex Mumbrú y sus jugadores desearán que todo concluya mañana.

Como ocurrió la semana pasada, estas horas tienen que servir para procesar adecuadamente la victoria de ayer y prepararse para el siguiente, en el que el Palencia se la tiene que jugar a todo o nada. No hay que dejarse llevar porque la eliminatoria, que registra ya dos triunfos visitantes, sigue teniendo matices que la van enriqueciendo. El técnico del Bilbao Basket suele ser de ideas fijas, pero ayer introdujo cambios en su quinteto inicial y en su rotación que aportaron algo diferente. El inicio no fue bueno y, además, Lammers se metió pronto en dos faltas.

Sin embargo, los vizcainos lograron sujetar la briosa salida de los locales gracias a su acierto en el triple. El Bilbao Basket llegó al descanso con ocho aciertos en catorce intentos y lo mejor era que habían anotado seis jugadores distintos. Eso no impidió que una ventaja de diez puntos quedara en nada por hacer algunas concesiones, en jugadas de resolución sencilla, que un equipo con oficio no puede permitirse, menos en partidos tan igualados.

El Palencia volvió a apretar al inicio del tercer cuarto y un triple de Grimau le puso de nuevo en ventaja después de muchos minutos. El Bilbao Basket había hecho coincidir a sus dos bases, pero pese a ello faltó una buena lectura de las ventajas y el balón no llegaba a los tiradores abiertos. La cuenta de triples se paró, aunque los hombres de negro pudieron recuperar el mando con buenas acciones defensivas.

Una bandeja en solitario que falló Rigo sobre la bocina del tercer cuarto, una pérdida evitable en el primer ataque del último cuarto y un error defensivo que liberó un triple de Hermanson volvieron a poner al Palencia al frente y desde ahí se entró en una guerra de nervios, que daría la victoria a quien estuviera más calmado. El Bilbao Basket consintió dos triples seguidos de Zubizarreta, pero respondió con entereza en los momentos en que más caliente estaba el pabellón y en los que se alternaban aciertos y errores. Los bilbainos recuperaron el perímetro justo a tiempo y dos triples de Matulionis y Brown fueron veneno porque Grimau y Vasturia fallaron los suyos.

Con seis puntos de ventaja y el Palencia con solo una falta en su contra, el duelo estaba encarrilado, aunque el Bilbao Basket tenía ganas de complicarse. Hacía falta ponerle el lazo y lo hizo Salgado con el último triple, el que ya fue mortal, y con una sucesión de tiros libres que recordaron la sangre fría del capitán en finales que ha jugado cientos de veces. Los 200 aficionados desplazados desde Bilbao lo celebraron con júbilo y alivio porque está siendo más duro de lo que mostraba la clasificación. El conjunto palentino sigue creyendo que puede ganar al Bilbao Basket y este ya ha entendido cómo hay que jugarle al equipo de Carles Marco. Ahora la mano de la partida vuelve a estar en Miribilla. Una vez más, queda claro que si no existiera el play-off habría que inventarlo.