bilbao - El Bilbao Basket se encuentra en un momento clave de la temporada. Quedan once partidos para el final de la temporada regular, pero la derrota en Valladolid ha dejado en nada el margen de error del que gozaban los hombres de negro en la segunda posición. El Melilla, que lleva cinco triunfos seguidos, ya le ha alcanzado y otros seis equipos están a solo un partido de distancia. Los pucelanos se encuentran a dos victorias y con el average a su favor, lo que significa que media liga está comprimida en solo dos partidos, lo que convierte en imprevisible y, por tanto, peligroso lo que puede ocurrir hasta que comiencen las eliminatorias por el título.

El equipo de Álex Mumbrú tiene ahora dos duelos de máxima exigencia, en casa ante el Betis y fuera ante el Palma, que le pueden cambiar su posición de perseguido a perseguidor en el objetivo que es lograr la ventaja de campo en el play-off. Para ello vale con acabar entre el segundo y el quinto, pero la igualdad existente va a obligar a ser muy preciso en los partidos ante rivales directos, que va a haber unos cuantos en cada jornada, y por descontado no cargar el balance de derrotas ante los equipos de la cola de la clasificación.

Perder en Valladolid fue doloroso, al margen de que fuera la derrota más abultada del curso, ya que volvieron a quedar al descubierto defectos que parecían corregidos, o al menos disimulados. La falta de consistencia en el tiro exterior sigue siendo un problema y puede lastrar al Bilbao Basket en este último cuarto de la campaña cuando la mayoría de los partidos suelen ser muy cerrados. En el técnico está decidir si mantiene la confianza en jugadores que no terminan de encontrar su momento de inspiración o cambia de nuevo su rotación para encontrar un equilibrio entre el quinteto titular y los suplentes. En ese sentido, el partido en Pisuerga fue un aviso de que al Bilbao Basket aún le falta para convertirse en un equipo dominador. - R. Calvo