TODO comenzó con una broma del semanario satírico Le Canard enchaîné: ¿se verán obligados los parisinos a permanecer en sus hogares durante la celebración de los Juegos Olímpicos de 2024? El pueblo recogió el guante y los medios de comunicación, incluida la cabecera Le Monde, comenzaron a hacerse eco, aludiendo a una posible propuesta de las autoridades de implementar un confinamiento para los residentes, a fin de que los transportes públicos no corran riesgos de saturación mientras las estrellas del deporte y los turistas colman la capital gala entre el 26 de julio y el 11 de agosto, cuando el mundo observará atento a la sede olímpica. Los dirigentes se vieron obligados a salir a la palestra para atajar los rumores y tranquilizar a la población. Pero las recientes declaraciones de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, confirman un problema de compleja o inexistente solución. “París no va a estar preparada para los Juegos”. Así de contundente fue Hidalgo a finales del pasado noviembre durante una entrevista en el programa Quotidien de la cadena TMC.

Es decir, a casi medio año de la celebración de los Juegos, se prevé que París no corresponderá a las expectativas que llevaron a la ciudad a ser elegida como sede por tercera vez en su historia tras las ediciones de 1900 y 1924. “Habrá lugares donde el transporte no estará listo porque no habrá suficientes trenes ni con la frecuencia suficiente”, alertó Hidalgo. En condiciones normales, en esas fechas París cuenta con entre ocho y nueve millones de viajeros al día que hacen que las líneas de metro se saturen en las horas punta. Este verano, se esperan cerca de dos millones más de viajeros al día durante los Juegos, cuando está previsto que el precio del transporte público se duplique.

“Ya tenemos problemas con el transporte cotidiano de los parisinos. No conseguimos alcanzar el nivel de puntualidad ni de comodidad para nuestros habitantes. De hecho, hay lugares en los que el transporte no estará listo porque no habrá servicio en algunas estaciones”, explicó Hidalgo. Inundaciones y retrasos en la entrega de equipos para las obras de nuevas líneas de metro y trenes cercanías, así como la tardanza en la entrega de trenes son problemas de infraestructura que presenta la ciudad. No es el único asunto que inquieta a estas alturas.

Francia permanece en alerta máxima por atentado terrorista desde el pasado octubre, cuando se activó la operación Centinelle, un dispositivo previsto para situaciones de alarma extrema. Se llegaron a cerrar las visitas al Museo del Louvre y al Palacio de Versalles por amenazas de bomba. Y es que el yihadismo ha protagonizado atentados con muertes en las últimas fechas y el Ministerio de Interior galo tiene actualmente el desafío de aplacar la situación. Cuando hace solo unas semanas se presentó el plan de seguridad para la cita olímpica saltó a la vista la evidencia de que faltará personal para garantizar la seguridad deseada.

“Estamos tratando de hacer que el riesgo invisible se vuelva visible”, dijo Bernard Bobrowska, inspector general de la policía local de la capital francesa a The Associated Press. “Estamos listos”, afirmó. Sin embargo, el comité organizador está tratando de encontrar empresas de seguridad en un sector que está en crisis y que ya carece de trabajadores. A estas alturas hay contratadas 37 empresas, que aportarán alrededor de 6.000 agentes, una cifra insuficiente para los 17.000 por día que se calculan como necesarios, con picos de hasta 22.000. “Estamos en tiempos de transición pero somos razonablemente optimistas sobre nuestra capacidad para lograr nuestros objetivos. Nuestra ambición es haber identificado a principios de 2024 todas las empresas con las que trabajaremos”, expresó Bruno Le Ray, director de seguridad para los Juegos, evidenciando el problema. La ceremonia de inauguración, la primera que tendrá lugar fuera de un estadio, discurrirá por el Sena. Se estima que ese día, solo para controlar los 6,5 kilómetros de riberas en cada orilla harán falta 2.000 miembros de seguridad.

La alcaldesa de París también admitió que las personas sin hogar que viven en la ciudad será otra problemática. “No quiero sacarlos y esconderlos. Debe haber un legado social. Queremos construir viviendas donde puedan estar ya este invierno y lo estamos negociando con las autoridades regionales y el estado federado y todos estamos de acuerdo en que tenemos que seguir adelante, pero no estamos preparados”, reiteró Hidalgo. Según un recuento de personas sin techo impulsado por la alcaldesa en 2018, la capital francesa cuenta con al menos 3.000 personas que viven en la calle. Expulsarlas de la ciudad es un tema que ha generado gran controversia.

Además, el pasado verano París registró la mayor concentración de chinches de los últimos años. Las autoridades galas y la organización olímpica están preocupadas por la higiene y el efecto psicológico que puede generar una plaga que puede dañar la imagen de la ciudad. Asimismo, la exposición de símbolos religiosos, que lleva años siendo debate nacional en el país, es otra inquietud que puede traer polémicas. Por ejemplo, los atletas podrán utilizar el velo en la Villa Olímpica, pero no en las competiciones, lo que sí fue permitido en Río 2016, cuando la esgrimista estadounidense Ibtihaj Muhammad consiguió la medalla de bronce en sable por equipos siendo el mayor logro alcanzado por un deportista con la cabeza cubierta. Son cuestiones que París deberá enfrentar al acoger el mayor evento deportivo del planeta.