"En un frontón los deportistas tienen muy limitados sus mecanismos de convección y evaporación al tratarse de un recinto cerrado y no disfrutar de la corriente”, desgrana Kepa Lizarraga (Basauri, 1955), médico especializado en el deporte y asesor de la Federación de Bizkaia y de Euskadi de montaña. Analiza el galeno la situación extrema que se vivió este domingo en el frontón Barakaldés. En la estación de Euskalmet más cercana a Barakaldo, la de Galindo, en Sestao, se registraron entre las 18.00 y las 20.00 horas –horario del estelar– entre los 38,5 y 37,5 grados, con una humedad del 27%.

Dentro del frontón, la sensación era más agobiante aún, acentuada en los ocho deportistas que se dejaron la piel en la cancha. En definitiva, un cocedero en el día más duro de la presente ola de calor que comenzó el pasado domingo 10 de julio. José Javier Zabaleta tuvo que retirarse antes de la primera decena con malas sensaciones. Ander Imaz reconoció que había sido un partido muy duro. Erik Jaka terminó asfixiado. Los pelotaris del primer partido finalizaron con la misma percepción. 

“En situaciones de calor extremo hay un riesgo importante para los deportistas. De hecho, hay organizaciones deportivas que cambian los horarios o suspenden pruebas por el alto riesgo térmico. Por ejemplo, en los Juegos Olímpicos de Atlanta, las pruebas de fondo tuvieron que adaptarse a las primeras horas del día, porque se convertían en un riesgo para los atletas”, explica Lizarraga, quien recuerda que “siempre se tiene que tener en cuenta al deportista. El grado de humedad es otra de las variables que pueden provocar la suspensión de una competición. No se puede superar un nivel de riesgo asumible”. 

Los mecanismos de evacuación del calor

En modalidades como el ciclismo, no obstante, reflexiona el doctor, una de las cuestiones que favorecen al deportista es la velocidad que se alcanza encima de la bicicleta, que genera corriente de aire. Así, los mecanismos del organismo para la evacuación del calor son cuatro: radiación, conducción, convección y evaporación. “Lo más importante en el caso del deporte de élite es la temperatura interna. Debe estar en torno a los 37 grados. Por ejemplo, en una maratón en condiciones normales, los atletas acaban sobre los 38 o más grados de temperatura interna, ya que un 70% de las calorías se transforma en calor”, disecciona el basauritarra. Cuando esa temperatura aumenta, el riesgo para el deportista aumenta. “Pueden aparecer calambres, mareos y problemas de rendimiento. Más grave sería un golpe de calor”, explica Lizarraga. 

Pausa de enfriamiento 


En el caso del fútbol, la RFEF aprobó en 2018 que cualquiera de los dos clubes que juegue un partido entre los meses de mayo a septiembre con una temperatura superior a los 30 grados podía solicitar al árbitro una pausa de enfriamiento. La petición se debe hacer al menos media hora antes del inicio del encuentro.

Respecto a situaciones como la de este domingo en Barakaldo, el doctor especifica que se tienen que manejar “con mucho tacto”. “En el caso específico de la pelota, para compensar la capacidad limitada de la convección y evaporación, es posible alargar las paradas, mejorar la hidratación y la refrigeración del cuerpo con el objetivo de que el organismo se vaya recuperando”, sostiene Lizarraga. Los jueces fueron más permisivos y los manistas tomaron el aire en el exterior en cada parada larga.

“Los profesionales están mejor preparados para aguantar la fatiga, pero no para el calor, a menos que se haga un trabajo específico de aclimatación. Eso llevaría no menos de dos semanas”, revela el médico, quien recuerda situaciones como la del ciclista Tom Simpson, que falleció por una insuficiencia cardíaca a causa de un golpe de calor en Mont Ventoux en 1967. “Si hay ingesta de sustancias como cafeína o alcohol, se alteran las reacciones para equilibrar la temperatura, generando problemas de deshidratación o más graves”, finaliza.