Siete semanas en el dique seco son muchas, sobre todo para aquellos que viven a remojo. Por eso, los piragüistas vascos saltaron al agua nada más conocer que uno de los primeros pasos de la desescalada era dejar entrenar libremente a los deportistas profesionales. Sin restricciones de horario, ni de distancia. Y en emplazamientos naturales. Así, cuando la resolución se hizo oficial, Iñigo Peña, en Madrid; Maialen Chourraut, en Arfa; y Begoña Lazkano, en Orio; hicieron los tres exactamente lo mismo: cargar con su piragua hasta la orilla más cercana. “Llevaba desde el 15 de marzo sin poder entrenar y estaba con muchísimas ganas de poder hacerlo. Esperaba este momento muy ansiosa. A partir de ahora, empieza una rutina nueva, mucho más esperanzadora: salir de casa, coger la piragua e ir al río. De momento, al río natural y, cuando se pueda, al canal artificial. Pero a entrenar. A entrenar buscando, como siempre, la mejora”, reconoce Chourraut.

La actual campeona olímpica en K1 ya está clasificada para los Juegos de Tokio, así que su objetivo es tan claro como complicado. Repetir el éxito pasado. Con esa mentalidad, con ese hambre que provoca haber estado tantas semanas sin dar una sola palada, la deportista de Basque Team empezó ya el pasado lunes a prepararse para la cita olímpica. Y lo hizo en el río Segre, donde puede practicar en una instalación de eslalon con puertas: “He tenido sensaciones contradictorias porque, por un lado, he sentido el placer de volver a meter la piragua en el agua, coger la pala, dar paladas... Pero, por otra parte, parece que he olvidado el gesto técnico, cómo aplicar la fuerza... Ahora hay que volver a recordarlo, hay que volver a aprender. Han sido dos meses fuera del agua y eso se nota”, concluye Chourraut.

Begoña Lazkano, por su parte, también aprovechó que la desescalada se aceleró en el deporte profesional para explotar las inmejorables condiciones que ofrece Orio. “Es increíble volver a sentir cómo se desliza la piragua. Si normalmente valoro mucho poder salir al agua, ahora, el doble. Ha sido una pasada volver”. Al igual que Chourraut, la palista guipuzcoana también notó las consecuencias del confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus y es que, a pesar de tener programado un regreso paulatino a los entrenamientos, su cuerpo se resintió ya en la primera sesión con la piragua: “He estado una hora en el agua, así que seguro que voy a tener agujetas. Pero nunca las he cogido con tantas ganas como ahora porque estoy muy feliz de poder volver al agua”.

Por otro lado, a Iñigo Peña, el estado de alarma le pilló en Madrid. El guipuzcoano entrenaba allí, a caballo entre el pantano y la Residencia Blume, junto a Paco Cubelos, su compañero de fatigas a bordo del K2 estatal que tantos premios ha conseguido en los 1.000 metros. Ambos empezaron el año a plena forma, por lo que eran una baza fija para el éxito en los Juegos de Tokio que se celebrarán en 2021. Y ahora, a pesar del parón de siete semanas, lo siguen siendo. Porque Peña volvió a los entrenamientos con más fuerza que nunca, sin malgastar un minuto más fuera de la piragua. “Ha sido duro, más largo de lo esperado. Por eso, en cuanto tuvimos el permiso, no perdimos tiempo y fuimos de cabeza al agua porque lo estábamos deseando ya. De hecho, volver fue una sensación buenísima. Echaba muchísimo de menos ese contacto con la naturaleza, con el agua... ese deslizamiento que consigues con una pala y una piragua...”.

De esta forma, con el billete olímpico asegurado, ahora el propósito del palista de Basque Team es recuperar la forma y llegar en el mejor estado a la que será su segunda participación olímpica: “Tenemos 14 meses por delante y el objetivo está claro: llegar al 100% a Tokio y, para ello, hay que trabajar y entrenar duro. Tenemos más de un año para ello, hay tiempo de sobra”.

Después de siete semanas, los palistas vuelven a sonreír. Vuelven a recuperar sensaciones encima de una piragua que tuvieron que aparcar el pasado 15 de marzo. Fue entonces cuando la declaración del estado de alarma les dejó sin trabajo y casi les apea del sueño olímpico. “Desde que se decretó el confinamiento hasta que se pospusieron los Juegos pasaron días de mucha ansiedad, de muchos nervios, porque sabías que no ibas a llegar en buena forma y sabías que había rivales de otros países que sí estaban pudiendo entrenar...”, recuerda Peña. Sin embargo, en cuanto se oficializó el aplazamiento a 2021 de la cita japonesa, los piragüistas se relajaron y pudieron centrarse en combatir al virus de la forma más efectiva: quedándose en casa.

“Es increíble volver a sentir cómo se desliza la piragua. Ahora lo valoro todo mucho más”

Palista guipuzcoana

“Tenemos 14 meses por delante y el objetivo está claro: llegar al 100% a los Juegos de Tokio”

Palista de K2

“Se notan los dos meses fuera del agua. Ahora toca volver a recordarlo todo, volver a aprender”

Campeona olímpica en K1