L Bidasoa Irun de Asobal, la primera división del balonmano masculino, es un oasis en el desierto financiero que está generando la pandemia del coronavirus covid-19 en el deporte profesional. En especial, en su modalidad deportiva, en la que quince de los dieciséis conjuntos que componen la élite ya se han acogido a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) por fuerza mayor para asegurar su supervivencia. Únicamente el bloque guipuzcoano mantiene los contratos de su plantilla del mismo modo que si estuvieran en activo. Incluso, el todopoderoso Barcelona dirigido por Xavi Pascual, campeón de las últimas nueve ligas y siete Copas -la última, lograda el 8 de marzo (40-25)-, se tuvo que acoger a la figura que está protagonizando el meollo deportivo desde que llegó el estado de alarma. De hecho, en el seno blaugrana, todas las secciones deportivas están en expediente, excepto en el baloncesto, que no aceptaron la rebaja de sueldo.

Gurutz Aginagalde, presidente bidasotarra, dejó claro al inicio de la pandemia que no había nada “claro” en la Asobal, una competición tocada económicamente desde que estalló la crisis de 2008 y explotaron burbujas como la del Ciudad Real y, posteriormente, el Atlético de Madrid. “Hay noticias constantes, cambiantes, y estamos a la expectativa de qué puede pasar y ver por dónde pueden venir las cosas en los próximos días. Si solo hubieran sido esas dos semanas de parón, creo que habrían sido recuperables, pero como esto siga prolongándose va a ser complicado. Hay jugadores que terminan contrato, la liga se puede juntar con otras competiciones y puede llegar un momento en el que no haya fechas para terminar. Va a ser difícil gestionar todas esas situaciones”, explicó el mandatario guipuzcoano, quien acertó en sus pesquisas, dado que el estado de alarma decretado por el Gobierno español se está ampliando hasta límites insospechados. Actualmente, la fecha final del confinamiento sigue fluctuando según las necesidades provocadas por un problema sanitario sin precedentes, lo que afecta directamente al deporte de alto rendimiento, cuyo reinicio costará aún más tiempo. “Parar en mitad de la competición sin saber cuándo se va a reanudar es complicado, porque no podemos hacer ningún tipo de planificación”, determinó el exguardameta, quien afirmó que “creo que va a ser una situación difícil para todos, en la que el equipo que consiga mantener la concentración y el ritmo de entrenamiento y de competición sin relajarse tendrá mucho adelantado para el momento en el que se reanude la competición”.

Una vez iniciados los primeros compases de la pandemia, la Asobal únicamente postergó sus tres primeras jornadas, es decir, hasta el pasado 4 de abril, y los equipos comenzaron a mover ficha, ya que algunos clubs rescindieron los contratos de sus extranjeros antes de solicitar el ERTE. Los primeros en acercarse al expediente fueron el Ademar de León, el Atlético Valladolid y el Sinfín cántabro. Los otros doce fueron han ido cayendo sin remedio. Todos, excepto los guipuzcoanos.

Los irundarras regresaron este curso a la Liga de Campeones 25 años después de ganar en un día histórico la Copa de Europa ante el Zagreb y tras pasar ocho campañas en División de Honor Plata. Son un caso especial: siguen contando con el apoyo de sus patrocinadores y colaboradores, lo que permite su actual panorama. Ese oxígeno es fundamental para mantener el estado financiero de la plantilla en un tiempo en el que la economía mundial está al borde del precipicio y se espera una recesión global de tamaño gigantesco.

El presupuesto que maneja el Bidasoa es de 1,2 millones de euros (el Barça llega a los 10) y, por el momento, las cuentas continúan saliendo. Eso sí, el reinicio de la liga y, sobre todo, cómo se podría realizar, puede causar un grave perjuicio en las arcas del conjunto de Artaleku, dado que, por ejemplo, jugar a puerta cerrada implicaría dejar de ingresar un dinero por taquillaje que es esencial para el balance anual, más aún sin un contrato televisivo millonario que sustente sus cuentas como en otros deportes.