BILBAO- Jon Fernández (Etxebarri, 1995) combate el sábado en La Casilla contra Abderrazak Houya, campeón africano del ligero. Después de conseguir el cetro Latino de su peso ante Miguel Enrique Arévalo Mejías, el de Etxebarri ya está instalado en su nueva división, para la que no tiene que ir tan justo en la batalla con la báscula. El vizcaino confiesa que se ha quitado "una pequeña carga". Jon Fernández es el cabeza de cartel de una gran velada, que comienza a las 19.30 horas -a las 18.30 es apertura de puertas-. Fran Mendoza, Jhon Jader Obregón, Jennifer Miranda o Mikel Sortino son los otros protagonistas del programa. Hoy mismo realizarán un entrenamiento público en el escenario de la velada y mañana, a partir de las 18.30 horas, está previsto el pesaje de todos los peleadores en el gimnasio Nivel 3, sito en Indautxu.

Su última pelea fue en septiembre en Ponferrada frente a Arévalo Mejías, al que le ganó el cinturón vacante Latino del peso ligero de la WBC. Está a punto de regresar al cuadrilátero en La Casilla, donde este sábado pelea contra el campeón africano Houya. ¿Cómo ha ido la preparación?

-Muy bien. Supimos con suficiente tiempo que teníamos la pelea y pudimos enganchar la preparación del combate de septiembre con la de ahora. Tuvimos una semana de descanso y pudimos volver a reengancharnos al trabajo. Así que me siento bien. Mentalmente me siento muy a gusto. Estoy con muchas ganas de salir al ring y eso es lo más importante.

Tal y como había comentado en otras entrevistas, una de sus principales intenciones era encadenar una serie de combates y que las preparaciones fueran rodadas, ya que comenzó el año 2019 con seis meses de inactividad por diversas razones. Parece que en este final de campaña está consiguiendo ese objetivo de actividad, ¿no?

-Tengo la suerte de haber cerrado esta fecha prácticamente seguida a la de Ponferrada. Después, ya veremos lo que viene, pero he conseguido enlazar estos meses de actividad y estoy contento por ello. Es lo que necesita un deportista.

Sin duda, eso redunda de forma positiva, a pesar de que suele ser bastante espartano en el tema del peso, en todo el tema físico.

-Sobre todo, destacaría que este tipo de preparaciones continuas te ayuda a mantenerte más centrado. En este aspecto, me refiero a estar más metido en el tema de pelear, de competir.

Será su segunda pelea en el peso ligero después de haber tomado la decisión de abandonar el superpluma, división que dejó el pasado junio tras haber tumbado al finlandés Tuomo Eronen en el primer asalto por el título de la Unión Europea. ¿Cómo se está encontrando con respecto a la báscula y el tema alimenticio?

-Sufro menos ansiedad. En las últimas citas del superpluma notaba que me estaba empezando a costar. De hecho, sentí episodios de ansiedad para saltarme la dieta. Tenía una gran restricción calórica. Ahora mismo, sigo teniendo una restricción, pero como mucha más cantidad de comida y consumo más calorías. Eso provoca que tenga mucha menos ansiedad. Sin duda, es más llevadero.

¿Quizás le ayuda a estar más tranquilo y enfocar mejor la preparación más en lo puramente boxístico que en lo alimenticio?

-Si que entrenaba mucho antes, pero también tenía que estar muy centrado en el peso. Ahora me he quitado una pequeña carga.

Superó a Arévalo Mejías (17 victorias, una derrota y un nulo hasta septiembre) en el tercer asalto de los diez pactados. El sábado se mide al campeón de África, Abderrazak Houya, con un récord importante (catorce victorias y una derrota).

-Son dos rivales totalmente diferentes. Para empezar, se nota en la estatura. Houya mide 1,77 metros y está muy cerca de mi altura; mientras que Mejías era bastante más bajito. Respecto al boxeo, mi anterior rival era más de estilo mexicano, de ir hacia delante, agresivo. El tunecino, mientras tanto, aunque tiene mucho ritmo, es más boxeador. No olvidemos que ha sido olímpico, lo que nos dice mucho de su tipo de boxeo, muy bonito. Además, es destacable que Houya viene del peso superligero y es muy fuerte.

Estilo más europeo.

-Sí. Podríamos decir que sí, ya que ha hecho casi toda su carrera en Francia.

Tal y como nombra se trata de un rival alto, apenas tres centímetros más bajo que usted. ¿Eso puede ser importante en la pelea del sábado?

-No, dado que me he estado preparando bien para ello con rivales de más peso que yo y más altura. Si hacemos memoria, en abril de 2018 peleé contra Juan Huertas, un boxeador más alto que yo (1,84 metros).

También hay que valorar que se tratan de contrarios que le hacen dar pasos hacia delante, ¿no?

-Es lo que quiero. Es lo que busco. Estoy intentando cada vez tener una prueba más difícil que me haga crecer como boxeador.

Sin duda, la pelea del sábado es su siguiente objetivo, pero ¿pone el foco en cotas más altas a medio plazo?

-La verdad es que no. Únicamente estoy centrado en la cita de La Casilla. Después, ya vendrán otras cosas.

En cualquier caso, regresa al lugar en el que empezó su carrera en el boxeo profesional el 27 de marzo de 2015.

-Me hace mucha ilusión. En La Casilla debuté y gané mi primer título como púgil profesional -el WBC superpluma júnior contra Mikael Mkrtchyan-. Me gusta mucho pelear en Bilbao. La familia y los amigos también tienen muchas ganas de verme pelear cerca de casa. Yo también tengo muchas ganas, porque es una velada muy bonita en la que habrá combates de mucho nivel. Estará Fran Mendoza, que está pegando fuerte, Jhon Jader Obregón o Jennifer Miranda. Es una buena oportunidad para mí.

En cualquier caso, su vida está instalada en Ponferrada.

-Estoy muy a gusto. Hay gente muy buena por aquí. Esta preparación la he realizado en parte en Madrid y otra parte, en Ponferrada, donde hago la mayoría del trabajo.