bilbao. Mal asunto colocarle la etiqueta de final a un partido cuando la competición transcurre todavía por el mes de noviembre y no hace ni siquiera dos meses que el primer balón oficial se lanzó al aire, pero esa es la cruda realidad que le toca vivir al Bilbao Basket, desnortado y frágil en todos sus habitáculos a día de hoy. Hundidos en la tabla clasificatoria de la Liga Endesa, compartiendo balance de 1-6 con los dos colistas -Valladolid y Estudiantes, precisamente sus dos próximos rivales- y sin apenas margen de error en la Eurocup después de acumular tres derrotas de manera consecutiva, los hombres de negro atraviesan, víctimas de su irregularidad, por una pronunciada crisis de juego y resultados que exige una pronta reacción en la cancha. Necesita el equipo y el entorno una victoria que aparte la dinámica derrotista que gravita a su alrededor y apacigüe los ánimos y la reacción, el golpe sobre la mesa, se antoja imprescindible mañana mismo en el Polideportivo Pisuerga para que el club no opte por variar la hoja de ruta fijada el pasado verano.

Entonces, y no ha llovido tanto, el diagnóstico de los zozobrantes meses anteriores y el plan a seguir parecían claros. Y consensuados. Y asumidos por todos. Los tiempos de bonanza económica habían tocado a su fin, no se podía seguir viviendo por encima de las posibilidades reales y tocaba un replanteamiento general, económico y deportivo, volver a poner los pies en el suelo y luchar por objetivos más terrenales con el lógico aumento de los riesgos que ello implica. En ese momento, con el beneplácito e impulso de los pesos pesados del vestuario, se optó por colocar en el banquillo a Rafa Pueyo en una decisión que no disgustó a nadie pues se consideraba que su alternativa era un paso natural. Se habló entonces de "plena confianza", se deslizó que iba a "necesitar el apoyo de todos" y se apuntó a una relación larga y duradera. Pocos meses después, con los resultados dando la espalda, la cita en Valladolid, lo que ocurra y cómo ocurra, podría tirar por tierra todos esos buenos deseos.

Es innegable que los resultados en este arranque de curso -aún no se ha completado ni una cuarta parte de la Liga Endesa- no han sido los deseados, que el equipo lleva semanas amagando con pegar el decisivo paso al frente para acabar dando dos hacia atrás, pero este tipo de situaciones acostumbran a estar provocadas por fallos multiorgánicos y no por males focalizados en una sola dirección. Pueyo ha acumulado errores durante estos meses de competición -sobreexplotación del núcleo veterano de jugadores, apuesta por Grimau de segundo base que no ha acabado de cristalizar...- pero los fallos puntuales de la plantilla también han provocado derrotas en situaciones en las que la pizarra del técnico poco puede hacer. Así como las victorias son mérito de todos, las derrotas también llevan una cuota de responsabilidad coral y la medicina para curar la enfermedad solo se puede encontrar en el vestuario, en el nivel de confianza y fe recíproca que exista entre jugadores y cuerpo técnico. También en la que se tenga depositada en todos ellos desde la planta noble del club, desde la que tampoco habría estado de más estas semanas algún mensaje público y contundente para evaluar la situación y dejar claro a la afición el suelo sobre el que se pisa. Si alguno de estos vasos comunicantes está colapsado, mala señal.

Partido de inflexión La plantilla tiene clara la trascendencia del encuentro de mañana. Así lo manifestó ayer Germán Gabriel ante su cita número 450 en la máxima competición estatal, reconociendo que "es un partido de inflexión para nosotros en el que se va a ver el tipo de Liga por el que vamos a estar peleando. Para nosotros es una final, hay que tomarlo así. Vamos con la ilusión de sacarlo adelante y empezar a mirar hacia arriba". El pívot nacido en Caracas tiene claro que no está el Bilbao Basket en condiciones de fiarse de ningún rival y destaca del Valladolid, que no podrá contar por lesión con el griego Panagiotis Vasilopoulos, su condición de equipo "imprevisible porque no han tenido mucho tiempo de preparación con la salida del equipo tardía y los fichajes también tardíos. Por eso mismo es un equipo muy peligroso". Sobre el Bilbao Basket, recalcó que "desde hace cuatro o cinco encuentros ha cambiado la manera de jugar, ahora todos los partidos son competitivos, nos falta el toque para lograr encadenar victorias y cambiar esta racha. Pero es verdad que ahora el juego del equipo es mucho más real".