bilbao. Cuando cayó la noche sobre el Karakórum, noche cerrada, fría, ventosa y enigmática, Alex Txikon no estaba para nada ni para nadie. Deslomado, muerto, en el límite de la fatiga y, también, seguramente, moralmente agotado, prefirió aislarse, cortar las conexiones y desconectarse del mundo para refugiarse en la soledad infinita de la montaña junto a sus compañeros de la expedición invernal al Gasherbrum I, Carlos Suárez, Husein, Zaluski y los demás. Había sido un día horrible.

No fue cosa de la altitud, algún problema de adaptación, ni una pared demasiado arisca, ni una ruta demasiado técnica, ni un porteo extremo y agotador. Terminaron destrozados sin moverse del campo base porque el único refugio del montañero se había convertido en un reducto prácticamente arrasado por el temporal. Ocurrió la víspera. Un viento musculado, más de 100 kilómetros por hora, se llevó todo lo que pudo, que fue mucho, demasiado. Los desperfectos fueron numerosos y, por ejemplo, las tiendas personales de Txikon y Carlos Suárez quedaron reducidas a jirones, con agujeros de más de un metro cuadrado por donde se colaba la nieve que bailaba con el viento.

Como la peor ráfaga, la más desalmada, se produjo sobre las seis de la tarde del martes, a punto de que en el Karakórum se apagara la luz, los montañeros apenas tuvieron tiempo para asegurar el material imprescindible para seguir adelante con la expedición y "apañar" la tienda como fuese para no pasar la noche al raso, algo impensable, por temerario y arriesgado.

De nada sirvieron las precauciones que los montañeros habían tomado alertados por las alarmantes previsiones meteorológicas. Txikon y los demás reforzaron las tiendas con cuerdas y palos de bambú. No fue suficiente. El viento sopló y las derribó.

Ayer al amanecer, ante la visión desmoralizante de los restos de la batalla, comenzaron las labores de reparación de los desperfectos y evaluación de daños que se prolongaron hasta que volvió a caer la noche y se derrumbaron de cansancio. Pero no hay descanso. La aventura continúa hoy.

Lo primero que esperan el montañero vizcaino y el resto de la expedición es que amaine el temporal que les acecha desde el pasado viernes. Entonces, el propio Txikon y Carlos Suárez realizaron un pequeño porteo para acondicionar el campo 1. Lo hicieron casi con carácter de urgencia, pues el meteorólogo del equipo había alertado de que llegaban, inminentemente, diez o doce días de mal tiempo. Cuando descendieron, habían acabado de fijar prácticamente todo hasta el final de la arista. Solo faltaba un largo, pero el ataque a la cumbre del Gasherbrum I estaba preparado. Aquella noche apenas durmieron. No les dejó el viento. Aullaba. No ha callado desde entonces.

En cuanto se retiren las nubes que han tomado el campo base y mejore la visibilidad, los alpinistas tratarán de adivinar desde la distancia si el campo 1, situado a 6.200 metros, sigue en pie, las tiendas han aguantado el temporal y pueden mantener intacto el plan de ataque a la cima del G-I. Antes de que el viento lo destruyera todo a su paso, los montañeros tenían planeado partir ya hacia la cumbre nada más remitir el temporal, algo previsto para los últimos días de febrero o los primeros de marzo.

Si los daños son más dramáticos de lo esperado en el campo 1, Txikon vería alterados sus planes de hollar el G-I en invierno en su segunda tentativa. El vizcaino ya estuvo en esta montaña el año pasado como miembro de la expedición invernal al Gasherbrum I del ABC Team, aunque en aquella ocasión el equipo tuvo que retirarse ante las terribles condiciones climatológicas mientras en el Gasherbrum II la expedición de su amigo Simone Moro hacía historia. El italiano se convertía en la primera persona en llegar a una cima invernal en el Karakórum. Txikon, pese al revés del martes, sigue su huella.