Madrid. No es un monstruo surgido de las profundidades abisales, sino la nadadora Agnes Mutina, en los Campeonatos de España. Y esa capa uniforme en torno a su cabeza no es gelatina sino producto de eso que se llama tensión superficial del agua. El fenómeno se explica con la larga ecuación de Euler-Lagrange, que no es un matemático sino dos, y que no solo define el efecto de la imagen, sino también porque algunas jarras, cafeteras o teteras vierten su líquido tan mal y lo ponen todo perdido.