Joaquín Achúcarro (Bilbao, 1932) tiene una relación muy especial con el Guggenheim. Desde su inolvidable actuación en la inauguración del museo en 1997, el edificio de Gehry ha sido testigo del poder de la música de uno de los pianistas vascos más internacionales de todos los tiempos.

Ahora, Achúcarro, que a los 13 años ya decidió que quería ser pianista, ha vuelto a tener un nuevo reencuentro en el Guggenheim ante el instrumento que conoció de niño, que le sigue fascinando y al que quiere dedicarse “todo lo que pueda”. En esta ocasión, ha grabado un concierto en DVD, que ha lanzado la Fundación BBVA, en el que el maestro interpreta obras emblemáticas del repertorio romántico.

“Esta grabación la realicé al regreso de mi concierto en el Guggenheim de Nueva York, pero tengo que reconocer que el museo de Bilbao es más bonito”, asegura Achúcarro, que consiguió que Nueva York se rindiera ante su música el pasado mes de noviembre durante su gira por su 90 cumpleaños.

La grabación del DVD se realizó en un tiempo de récord, aprovechando una estancia del músico en Bilbao. “Supuso un gran esfuerzo, pero estoy muy contento con el resultado. A mí me ha pasado muchas veces cuando hago grabaciones que prefiero no oírlas porque pienso que no me van a gustar. Pero creo que esta vez ha quedado muy bien”, afirma en un pequeño paréntesis realizado durante su quinta hora de estudio. El músico bilbaino se considera un “pianoadicto. Necesito mi droga diaria, tengo que estudiar al día como mínimo cuatro horas y si puede ser superior a la seis, mejor”.

Achúcarro era tan pequeño que no recuerda qué edad tenía cuando se sentó por primera vez al piano. Intérprete universal, desde su debut con 14 años de edad en la Sociedad Filarmónica de Bilbao, ha recorrido todo el mundo dando recitales y conciertos en más de sesenta países, con más de doscientas orquestas diferentes. Pero considera que “hay que seguir estudiando cada día porque es la única manera de poder seguir trabajando, dedicarle cada día horas, entrenar y mantener disciplina. Detrás de un concierto hay muchas horas de esfuerzo y dedicación, no es llegar y tocar. Cada vez me parece más difícil tocar el piano, pero en fin, lo estoy haciendo lo mejor que puedo, han salido cosas bonitas”, dice humildemente el músico vasco, que conjuga pasión, técnica, vida y arte. Para él “cada recital, es un desafío, necesito trabajar, pero también tengo que vigilar muchísimo la energía, ver dónde la gasto para tocar el piano lo mejor posible”.

Confiesa que “aún estoy descubriendo cosas tan bonitas que se pueden hacer con el piano, la cantidad de sonidos infinitos, maravillosos que puede producir y la cantidad de grandísimos compositores que han echado lo mejor de sí mismos en ese instrumento. Es fantástico”, dice con pasión,

A sus 90 años, sigue teniendo una agenda profesional de vértigo: “El año pasado hice una gira por Japón y estoy intentando encontrar una fecha para volver. En medio, tengo conciertos en Francia, Inglaterra, Estados Unidos...”. La próxima cita para un concierto en Bilbao, el 7 de enero en el Arriaga.

Repertorio

Joaquín Achúcarro. Recital en el Museo Guggenheim Bilbao, es el tercer DVD protagonizado por Joaquín Achúcarro que lanza la Fundación BBVA, tras Brahms Piano Concerto No.2 y Noches en los Jardines de España / Falla and Friends. “Los otros dos salieron formidables, cuando oí el primero pensé: ya puedo morir tranquilo. Y el segundo, lo grabé con la Filarmónica de Berlín, ¿qué más se puede pedir”.

En el DVD grabado en el Guggenheim Bilbao, Achúcarro interpreta obras emblemáticas del repertorio romántico. “He elegido obras de Brahms, Chopin, Rachmaninoff, Liszt, Scriabin y Grieg que amo, piezas que muestran las posibilidades sonoras y expresivas del piano, no solo a través de su potencia, sino de la intimidad y la poesía; obras que he amado toda mi vida, y que tienen, además, una popularidad y un reconocimiento universal”.

El pianista bilbaino asegura que siempre se aproxima a la partitura preguntándose “cuándo, cómo y por qué. ¿Cuándo y por qué se le ocurrió esto a Brahms, qué vida interior tenía? Porque nosotros lo único que percibimos es una serie de notas escritas, cristalizado en un pentagrama, pero yo busco el volcán interior, el río de lava, lo que en ese momento está pasando por la mente de estos genios”.

En la Sonata para piano n.º 3 de Frédéric Chopin el maestro considera que se aprecia a quien “salió de Polonia, vivió toda su vida fuera y nunca regresó, pero su alma se quedó allí. Esta obra la escribió poco después de una revuelta polaca que Rusia aplastó y en el último tiempo hay un tema que aparece tres veces, pero la primera vez la mano izquierda está en grupos de tres, la segunda está en grupos de cuatro y la tercera está en grupos de seis. ¿Pensaba Chopin en la carga de una caballería polaca?”.

Los dos preludios de Sergei Rachmaninoff escogidos por Achúcarro para esta grabación “revelan el conocimiento que tenía de las posibilidades armónicas del piano y la sonoridad que consigue extraer de él” porque, a su juicio, Rachmaninoff “es el más grande de los pianistas que ha grabado discos”.

Achúcarro explica que para modular el sonido del piano es preciso “buscarlo sin parar. Y se tarda mucho, muchísimo en encontrarlo. El piano es un instrumento enorme que consta de 12.000 piezas. La aparente igualdad del teclado engaña. Las cuerdas de cada tecla, todas de distinta longitud, son golpeadas por un mazo con una fuerza que puede producir desde un sonido casi inaudible hasta el fortísimo más estridente. Teóricamente un número infinito de sonidos, cuando en total hay 88 teclas”.

En el caso de Liszt y Rachmaninoff las razones para seleccionar sus obras han sido otras: “He querido proponer obras que demuestran que estos dos grandísimos compositores tenían un lado poético que frecuentemente pasa inadvertido”.

Cierra el recital con el Nocturno en do mayor de Edvard Grieg, que da a Achúcarro la oportunidad de evocar las teorías sobre tonalidad musical y color. “No hay un nocturno de Chopin que esté en do mayor; mazurkas sí porque son alegres. y es que, en los estudios sobre tonalidad, la de do mayor es como la de los santos: blanca, luminosa, en la que no cabe una tragedia… Pero, ¿soñar en do mayor? Cuando estuve en Noruega fui al caserío de las montañas donde Grieg se pasaba el verano componiendo. En verano el sol no se pone en Noruega y él compuso su nocturno allí”.

A su faceta como intérprete mundialmente reconocido suma la de docente, que desde 1989 ejerce en la Southern Methodist University de Dallas (Estados Unidos), ocupando la Cátedra Joel Estes Tate de Piano. Achúcarro recuerda a sus alumnos que “lo bueno que tiene nuestra profesión es que diariamente estamos en contacto con algunos de los mejores cerebros que ha producido la especie homo sapiens, que son los de Chopin, Beethoven, Mozart… Que ir a la oficina por la mañana sea ponerte de acuerdo con Beethoven sobre si este sforzato está bien o está mal… ¿qué más se puede pedir?”.

En 2008, un grupo de personas e instituciones de Dallas creó la Fundación Joaquín Achúcarro para perpetuar el legado artístico y docente del músico y ayudar a pianistas jóvenes al inicio de sus carreras.