La pandemia ha llevado consigo una reducción de presupuesto y menos ingresos de taquilla, pero también ha abaratado los cachés, permitiendo la presencia de músicos que antes eran imposibles para la Quincena.

¿Es más necesario que nunca el apoyo del público?

—Entre comillas, no nos podemos quejar. Tenemos muchos conciertos agotados pero no podemos ser triunfalistas porque estamos hablando de 800 butacas cuando hace dos años eran 1.800 y la Quincena ha sido durante tiempo de los festivales más taquilleros a nivel europeo en relación a su población. Eso es una gran virtud que nos ha permitido aguantar otras crisis como la del 2008. Aunque por entonces se nos quitase la mitad del presupuesto, teníamos mucho músculo de taquilla y podíamos aguantar mejor el golpe que muchos festivales. Pero en el momento en el que te quitan butacas, podemos pasar baches.

¿Cómo está funcionando la venta de entradas?

—Muy bien, pero, como decía, son las que son. El espectáculo de Lucía Lacarra, por ejemplo, se agotó en 24 horas, pero son 400 de 800. Y esto es un gran problema para la ópera en el futuro, porque hacer solo una función con tanto esfuerzo y dinero no compensa.

En cuanto al presupuesto, el año pasado bajó por el covid. ¿Se ha mantenido?

—Este año estaremos en 1,8 millones en función de la taquilla. Con ello estamos ya en lo que llamamos zona segura, 300.000 euros, que es muy poco con respecto a 2018 o 2017.

¿Cuánto tiempo calcula que necesita la música clásica para recuperarse de estos dos años?

—No lo sé. Todas las predicciones que he escuchado han fallado. Nunca habíamos pasado tanto tiempo por una interrupción tan fuerte en la vida de las personas y en concreto en las artes escénicas. El ser humano es un animal artístico y eso lo que nos distingue de otros, pero si lo piensas tú puedes vivir sin ir al cine. Te podrás embrutecer si no lo haces, pero nada más. Y eso es un problema. Espero que este tiempo de parón no sea un ya no volveré.

Los plazos de programación tampoco son ya los mismos.

—Antes programábamos a dos años vista y ahora hemos empezado a mover cosas para el año que viene y hemos decidido dejarlo para septiembre porque no sabemos cómo vamos a estar. Eso también hace que lleguen cosas a última hora que no esperábamos como Anne Sophie Mutter. Nos escribió diciendo que nunca había estado y quería venir pero tenía un caché lógico para su talla que no podíamos asumir. Pero ahora las circunstancias han cambiado y nos dijo que no nos preocupáramos, que podíamos llegar a un acuerdo.

Por lo tanto, la pandemia también deja su lado bueno.

—Así es. Ya no es solo que haya habido una bajada de ciertos cachés, sino que los artistas necesitan al público para que les vean trabajar y eso nos beneficia.