- El fino guitarrista vizcaino Miguel Salvador acaba de publicar su cuarto disco, Hamar urte geroago/Diez años después (Errabal), en formato de cuarteto y que dedica, a ritmo de jazz, bossa y swing impresionista y paisajístico, a la serena belleza de las montañas. “La música tiene que tener ilusión y pasión, no todo es dinero”, asegura el músico vasco a DEIA.

Salvador, formado en Musikene en improvisación, armonía y arreglos, ha enfocado su carrera hacia el ámbito de la docencia mientras colaboraba con multitud de artistas, como Mauri Sanchis Band, Zubipeko Swing o Marmar Dixieland Band. Como músico inició su proyecto particular en 2007, aunque su debut, Project, llegó dos años después. Tras su continuidad, Viaje a Etreum, ha editado música para el documental Bajo cero y la película Cervino, y su último álbum se tituló Código, junto al saxofonista y Fitipaldi Javi Alzola.

El guitarrista acaba de publicar su cuarto álbum, Hamar urte geroago/Diez años después, con la colaboración de tres prestigiosos músicos de la escena jazzística estatal: Marcelo Escrich al contrabajo, Gorka Iraundegi a la batería y el bilbaino Jonathan Hurtado al piano. “Yo vivo de la docencia en el conservatorio de Getxo Andrés Isasi, pero me encanta tocar y le pongo el mismo cariño cuando lo hago en un bar y cobro 80 para alguien que se esfuerza en organizar un concierto, que cuando ingreso 500. Por eso, elijo a la gente que tiene mi visión de la música. No todo es dinero, debe haber ilusión y pasión. Y los veo en mis músicos y en la gente del sello Errabal”, explica.

El disco se grabó en los estudios Tio Pete de Urduliz, con Unai Mimenza, en únicamente dos sesiones: una en febrero y otra en mayo, donde se pulieron algunos detalles y se añadieron retoques. “Funcionamos a primera toma. Vamos con un guion de lo que se va tocar, pero luego se desarrolla con la improvisación. De memoria solo llevas las melodías de los temas y algún arreglo”, explica el guitarrista sobre la grabación de un disco que proyecta una gran carga melódica y un sonido evocador e impresionista.

Homenaje a la montaña “No pensaba grabar este disco”, confiesa el vizcaino, que cambió de opinión tras pasar revista a unas composiciones que había creado para películas de montaña. “Vi que me gustaban y en Navidad decidí grabarlas. Soy un aficionado a la montaña y a correr por el monte, así que este álbum es como un tributo”, explica. Pirineos, Urkiola, Picos de Europa… aparecen en un disco instrumental que incluye un tema titulado Y las montañas hablaron… “Ese es un tema muy tratado y con efectos. Intenté inventarme una voz sobre cómo podía hablarme una montaña, y tiene preguntas y respuestas con mi guitarra, además de un efecto wah-wah, que simula la voz humana”, aclara.

Disco en el que Salvador pone “en primer plano las melodías”, Hamar urte geroago/10 años después alude a su debut, en 2009. “El actual debía haberse publicado el año pasado, cuando lo quise grabar”, se justifica. “Es una especie de reflexión sobre lo que había pasado con mi proyecto y con la evolución de la música. Es como rendir homenaje a esos 10 años de curro. Al analizarlo, me gusta mucho mi evolución, especialmente con el disco actual, que es con el que más a gusto me he quedado”, señala.

Salvador también alude a “cierta tristeza porque la situación de la música en directo es peor, y ya era así antes de la pandemia”, reflexiona el músico, que siente que “había más meneo hace 10 años”. Eso sí, el guitarrista, que cierta crítica liga como heredero de Wes Montgomery aunque él prefiera de los clásicos a Jim Hall, considera que la coyuntura actual puede resultar favorable para proyectos minoritarios como el suyo. “Le puede afectar más a quien mueve miles de personas, a Fito, por ejemplo, que a mí. Hay bolos que pueden impulsar los Ayuntamientos y que se pueden llevar a cabo con mucha seguridad. A Fito le va a costar más, pero yo puedo meter a 200 personas sin problemas”, concluye.