bilbao - Quique González abarrotará hoy el Arriaga en la presentación de su disco Las palabras vividas (Cultura Rock/Varsovia), compartido con el poeta Luis García Montero y el más acústico y melancólico de su carrera. "La buena poesía siempre está en contacto con la calle", indica el madrileño en esta entrevista sobre un disco "en el que cabe cualquiera", y que habla de utopías, resistencia, esperanza y libertad. El 23 de enero actuará en el Teatro Victoria Eugenia.

Su álbum anterior, Me matas si me necesitas (2016), incluía La casa de mis padres, un doloroso tema familiar de despedida. En el actual sobresale Bienvenida, una de sus favoritas, dedicada a Nora, su primer retoño, y se torna real otro de sus versos: "te juro que estoy mejor". El madrileño lo corrobora. "Este tiene más alegría, ya que siempre identifico mi vida con mis canciones. Cada una alimenta a la otra. Estoy bien, disfrutando de la música y de todo lo que me está regalando el disco, sobre todo de que Luis haya escrito para mí".

Luis es García Montero, poeta, actual director del Instituto Cervantes y buen amigo de Quique desde hace años. Hay que retrotraerse al clásico Aunque tú no lo sepas para escudriñar y encontrar el germen de Las palabras vividas, reconoce Quique, que se inspiró en un poema del libro Habitaciones separadas de Montero para escribir la canción que cantó y convirtió en inolvidable Enrique Urquijo. Las palabras vividas en el disco más especial de Quique, el primero en el que canta textos ajenos. "Estuve buscando poemas de Luis para musicar, pero al final se llegaron a crear poemas específicos pero con el concepto de canción. La idea me gustó más todavía porque no quería que sonaran a poemas musicados, aunque hay grandes ejemplos y discos históricos, como alguno de Serrat con Machado o de Paco Ibáñez", indica Quique.

El autor de Salitre y Kamikazes enamorados habla de "la generosidad" del poeta para poner en su piel. "El hecho de pensar en mis canciones, en mi mundo y en las cosas de las que hablo a la hora de escribir dice mucho de él. Él no piensa en la rima y lo que me enviaba ya tenía música. Lo más difícil fue elegir el camino", rememora sobre el trabajo, que surgió "sin premisa alguna". Solo le sugirió que escribiera "una canción que hablara de nosotros". El resultado fue La nave de los locos. "Es un repertorio que va de lo individual a lo colectivo; y viceversa, en ocasiones", añade.

El resultado es un disco de utopías, resistencia, esperanza, libertad...

"La convivencia es ineludible y la música suena mejor acompañado. Como las celebraciones si nos sentimos parte de algo. Hablamos del arte de sobrevivir, que es más fácil si hay conexión, diálogo y nos ponemos en los zapatos de los demás", justifica el madrileño sobre unas canciones que dibujan un escenario urbano y actual, con bares, amor y violencia. "La poesía siempre está en contacto con la calle, al menos la que considero buena. Pienso en la calle como el exterior, lo que nos pasa fuera", explica.

Teatros llenos El disco, cuya música surgió junto a su lugarteniente César Pop, es el resultado de "buscar, probar y jugar con cosas nuevas, confiando mucho en la intuición". Los pasajes sonoros que ayudan "a comprender" las letras de Montero se alejan de la estridencia y ofrecen silencios y espacio. "El sonido es acústico, busqué el riesgo con violín, mandolinas, guitarra española... Son instrumentos evocadores que ofrecen un punto más melancólico. Hasta ahora no echo de menos las guitarras eléctricas", confiesa a DEIA.

El nuevo repertorio se suma en sonoridad al antiguo "de intención más poética". "En el Arriaga o el Palau se vive la música de otra manera, con menos ruido que en sala", explica el rockero, que ofrece ahora "el mismo corazón en un acorde nuevo". En la despedida, diserta sobre su oficio. "Es músico es el mejor ciudadano y el más peligroso. Es un pistolero malherido, pero el más valiente, al que más admiras cuanto más te acerques a él", dice. Y se confiesa degustador de "canciones de trago largo; por eso compongo sin fórmulas y disfrutando del proceso porque no quiero que termine. Nunca termino las canciones porque sigo viviendo en ellas", concluye.