bilbao - Darío Urzay (Bilbao, 1958) tenía 22 años cuando uno de sus cuadros entró en la colección del Museo Bellas Artes de Bilbao, y 39 cuando su obra llegó al Guggenheim. A los 30 años se fue a Nueva York, como otros artistas vascos, buscando un medio creativo, una libertad de acción, ciudad que alternó con Bilbao durante nueve años. Cuando el historiador y galerista bilbaino Michel Mejuto encontró en el estudio del artista los cuadros que había realizado durante sus primeros meses en la ciudad neoyorquina, a principios de 1990, tuvo claro que quería hacer una exposición con ellos. “Vi esta obra tan distinta a lo que hicieron los artistas vascos anteriores y a la vez tan moderna y actual, que me interesó muchísimo. Las obras, aunque pintadas hace treinta años, presentan ecos de lo que actualmente se está haciendo en el arte vasco”, señala Mejuto.

Ahora, esos 21 cuadros cuelgan de las paredes de la galería bilbaina en “lo que es mi primera exposición en Euskadi en los últimos veinte años”, señala Darío Urzay. “Llevo más de cuarenta años dedicado a la pintura. Mi primera aparición pública como artista en Bilbao fue en noviembre de 1973 en el Museo de Bellas Artes, cuando tenía 19 años, en la exposición del certamen vasco navarro de pintura. Era el año en el que empezaba Bellas Artes, en el que coincidí en el curso con Txomin Badiola, Moraza, Lazkano... Unos años después, la pinacoteca me compró una obra para su colección”.

Urzay enmarca esta muestra que se presenta en la galería bilbaina “en un momento pre-Guggenheim. En 1990 llegué a Nueva York en compañía de Txomin Badiola, buscando estudio. Encontramos uno y lo compartimos durante un año. Mi padre me mandaba entonces recortes de periódicos en los que se hablaba de que quizás era posible que Bilbao contara con un Guggenheim. En 1991 vivía enfrente de un Guggenheim que se abrió durante dos años en unos locales del Soho neoyorquino”.

A Darío Urzay se le ve dolido. “Llevo veinte años sin exponer individualmente en Euskadi. Mi obra ha tenido presencia en el Guggenheim, pero junto con la de otros artistas, y ahora he decidido situarme en un momento en el tiempo, que es en 1990, para que se vea lo que hice en un solo año. Los jóvenes que tengan menos de esa edad no han visto nunca una exposición mía, salvo que hayan ido a París, Nueva York, Helsinki, Bruselas, Oslo, Madrid, Barcelona...”, se queja el artista bilbaino. “Me habría gustado que alguna institución me hubiera hecho una exposición individual, pero ninguna se ha interesado durante todos estos años”.

influencias neoyorquinas Para sacar a la luz los trabajos realizados durante su estancia neoyorquina, Urzay ha elegido la galería Michel Mejuto “por su poso de nivel histórico y, además, porque debía estar guiada por un historiador. No me hubiera servido cualquier otro sitio para hacer esto. Quería este pequeño corte en el tiempo”.

El bilbaino asegura que “ninguno de estos cuadros estaba premeditado, todo iba surgiendo. Es la adaptación al entorno”. Pintados con óleo y acrílico, se aprecia el impacto del grafiti, del estilo urbano neoyorquino. “Algunos, que simulan códigos de barras, incluso recuerdan a la verticalidad de la ciudad. También utilizaba imágenes que sacaba de revistas o pequeños periódicos que se ponían al lado de los cajeros calcados en cuadros, a modo de un grafiti de estudio”, apunta Urzay.

¿Cómo ve Darío Urzay sus cuadros treinta años después? “Me llama la atención la intemporalidad, es como si hubiera entrado en un túnel del tiempo, como le pasaba a Alicia en el País de las Maravillas, como si hubiera visto un atajo hace treinta años. Iba por el camino, he abierto una puerta y me he encontrado como si estuviera en un sueño, es como si los hubiera pintado ayer”.

Y para demostrarlo despliega dos de sus últimos cuadros, realizados este mismo año. “Estas obras se han expuesto en una galería de Santander hace unos meses y podían haberse presentado junto a las de Nueva York”, asegura Urzay, que define la muestra actual “como la reivindicación de una trayectoria”.

¿Y cómo artista? ¿Sigue con la misma ilusión? “Sigo teniendo las mismas ganas de trabajar. Es cierto que me cuesta más producir, produzco menos. No sé, quizás antes lo hacía con más desparpajo, ahora me cuesta más. Son momentos en la vida, quizás me preocupo más de cada obra... Es posible que tenga que ver también con la madurez, en Nueva York tenía 30 años, y ahora, 60”.

Camiseta del Athletic Uno de los momentos más complicados de su trayectoria fue la polémica que suscitó su diseño de las camisetas del Athletic, y que la propia UEFA en su página oficial denominó como “camiseta ketchup”. “Me quemó mucho. Y ahora está en el museo del Athletic, es curioso”, apunta.

Darío Urzay tiene ahora nuevos proyectos y no descarta que retome ideas con las que se ha vuelto a topar durante la preparación de la exposición de la galería Michel Mejuto. “He vuelto a coger un lienzo, una brocha, algo que hace mucho tiempo no hacía. Me ha generado ganas de, quizás, realizar un pequeño cambio”, anuncia.

La obra de Urzay se encuentra en las colecciones del Museo de Bellas Artes, del Guggenheim Bilbao, en el Parlamento Vasco, en el Reina Sofía... Licenciado en Bellas Artes y exprofesor de la Universidad del País Vasco, su obra se caracteriza por un personal uso conjunto de la pintura, fotografía y experimentación con imágenes tratadas con ordenador para crear formas abstractas. Urzay aborda la creación de imágenes en tres dimensiones por medio de programas informáticos, como una extensión de la mano del artista, como obras creadas por un artista virtual. Una vez trasladadas al papel fotográfico, esas mismas imágenes son alteradas con el uso de la pintura, que deja el artista fluir libremente.

Las obras de la galería Michel Mejuto de Bilbao se pueden ver, y adquirir, hasta el 9 de noviembre.