primal Scream han creado el sonido que definió a varias generaciones en las tres últimas décadas. Siempre inquietos y dispuestos a autocuestionarse, los escoceses han alcanzado la cumbre y también pisoteado el barro con mensajes insurgentes y entre bandazos de psicodelia, gospel, punk, electrónica, rock, pop y dub. Lo demuestra Maximun rock’n’roll: The singles (Sony), recopilatorio de singles incuestionables. “Me encantan los grandes éxitos, te hacen no sentirte solo”, según su líder.

Bobby Gillespie abandonó la batería de The Jesus and Mary Chain tras su debut, Psychocandy, uno de los discos clave de los 80. Estar al fondo, en un segundo plano, le supo a poco y formó Primal Scream. El discurrir del grupo no ha sido fácil, pero su actitud abierta al cambiante contexto social, político y musical les han convertido en una de las mejores bandas de rock de las últimas décadas.

Sobre todo, en vivo. Con su abrasiva electricidad punk y ritmos maquinales, fueron uno de los mejores exponentes del rock contemporáneo de fines de siglo XX e inicios del XXI. Si no el mejor, ayudado por George Clinton, Kate Moss, el bajo de Mani (Stone Roses), las guitarras abrasivas de Kevin Shields (My Bloody Valentine)... Amados y odiados, y a pesar de sus bandazos estilísticos, siempre supieron poner pie en tierra cuando las drogas amenazaban con dinamitar el proyecto.

Singles Maximun rock’n’roll muestra a un grupo único a pesar de sus múltiples referencias. Es un compilatorio de sus singles, himnos que han supuesto diversión y han acompañado a millones de personas. Como al grupo le sucedió con canciones de The Siouxie & The Banshees, Madonna, Prince o Sex Pistols. “Desde el debut abordamos los singles como una opción estética, una declaración de dónde estamos como banda”.

“Crecimos escuchando Suffragette city (Bowie) y Metal guru (T. Rex) en la radio. Los singles de los Sex Pistols eran geniales. Public Image, de PIL, tenía un sonido único y Prince y Madonna hicieron hits increíbles. Esta ha sido nuestra línea”, prosigue Gillespie. “Siempre me ha encantado la radio pop Top 40 y éxitos como Meaty, Beaty, Big & Bouncy, de The Who. Los grandes singles pueden salir al mundo y mostrar a la gente una forma de pensar distinta. Te hacen sentir menos solo”, apostilla el líder.

Esta antología, ordenada cronológicamente, agrupa 31 canciones, desde su debut (1986), a su último trabajo, Chaosmosis. Y resulta inapelable desde sus titubeantes inicios, de los que se rescata el folk rock de The Byrds de Gentle Tuesday, la psicodelia de Imperial y la refulgente Ivy Ivy Ivy, de su segundo álbum, más eléctrica y ruidista y con melodías y coros surf, pero con el grupo en crecimiento.

Obra maestra El álbum se regodea en su obra maestra, Screamadelica (1991), con cinco canciones: Loaded (con el inolvidable sampler de “queremos ser libres y hacer lo que queramos/queremos drogarnos y pasar un buen rato”, extraído de la película The wild angels); el crescendo orgásmico de Come together; la declaración de principios drogota Higher than the sun; la invitación a dejarse llevar de Don’t fight it, feel it, al ritmo de la música de Madchester y sus raves, y el gospel de Movin’ on up.

Maximun rock’n’roll refleja también su deuda stoniana en el baladón (I’m Gonna) cry myself blind y sus hits Rocks y Country girl. Incluye también la electricidad retro de Jailbird y la colisión con la electrónica industrial en Kowalski o Swastika eyes, en la que el grupo se asentó para dar un paso más de terrorismo sonoro con las angustiosas Accelerator o Miss Lucifer, y el punk electrónico en Kill all hippies, en una segunda cumbre en la que no le hicieron ascos al dub en Star, con los Stones vía Jamaica.

El disco también fotografía su paso más acomodaticio por este siglo. En él explicitaron sus deudas con Kraftwerk en Autobahn 66, reconocieron el papel de musa de Kate Moss en Some velvet morning, regresaron a su vertiente más experimental y arriesgada en 2013, en su disco More light, para postrarse ante New Order en 100% or nothing, incluida en su último disco.