BILBAO - Vuelven a casa para hacer lo que mejor saben. Vuelven a su hogar, a su ciudad, para hacer música en directo. “Bilbao es una ciudad imprescindible en nuestros conciertos”, afirma María Blanco Uranga (Bilbao, 1988), vocalista de Mäbu e hija de Sergio y Estíbaliz. “En nuestros conciertos intentamos hacer consciente al público que con la aportación de la entrada están haciendo posible muchas cosas” y, además, ponen en valor la música en directo porque “es una experiencia brutal”. Todo eso lo demostrarán el próximo sábado, a las 21.30 horas, en la sala Stage Live de la capital vizcaina.

¿Les hace especial ilusión el concierto del sábado en Bilbao?

-MARÍA BLANCO: Claro. Bilbao es una ciudad que no podemos dejar fuera en nuestros conciertos. Bilbao es nuestra casa y es imprescindible. El año pasado vinimos a celebrar nuestros diez años de carrera con una gira de ocho bolos, pero sabíamos que volveríamos con la gira que estamos haciendo ahora, donde tenemos más conciertos.

¿Qué se encontrará el público en el concierto del sábado?

-TXARLIE SOLANO: En nuestros conciertos siempre intentamos que el público se aísle por un momento del ajetreo de sus vidas. Procuramos hacer un aquí y ahora, intentando que el público conecte con ese momento, con las melodías o con las letras para que, de alguna manera, el espectador se adentre en un mundo mágico. De hecho, la gente que viene a nuestros conciertos siempre nos comenta que ir a un concierto de Mäbu es similar a entrar en otra dimensión porque el ritmo, la voz o la música hacen que se haga ese viaje. También nos dicen que durante el concierto se olvidan de lo que está pasando a su alrededor porque han entrado en otro mundo.

Quizá esa es la esencia.

-T. S.: Puede ser. Realmente de eso se trata. Es lo que nosotros buscaríamos como espectadores y es lo que buscamos como artistas.

-M. B.: También es muy importante el ritmo del concierto para generar esa magia, al igual que también es muy importante la selección del repertorio y el orden en el que van las canciones. Realmente hay que pensar muy bien todo el espectáculo.

-T. S.: Cada artista o grupo juega sus bazas con el ritmo, la energía, la alegría, la explosión, la luz, la oscuridad o la emoción, entre otras cosas. En nuestro caso siempre nos hemos centrado en nuestra magia.

Siempre que pueden invitan a compañeros para que suban al escenario. ¿En la música es importante compartir?

-M. B: Generalmente nosotros invitamos a grupos locales o bandas que están naciendo. A mi me habría gustado que lo hubiesen hecho con Mäbu, que nunca pasó. En la música creo que hay que hacer hermandad y hay que quitarse los prejuicios. Hay que compartir entre los músicos y así poder dar al publico otro tipo de música. Porque, si no lo hace una artista, ¿quién lo va a hacer? Es difícil llamar la atención del publico.

¿Cuál es el mensaje que trasladan en sus conciertos?

-M. B.: Que consuman música en directo. La música en vivo es una experiencia brutal. Intentamos hacer consciente a la gente de que la música en vivo tiene un valor y el público, con su aportación de la entrada, está haciendo posible ese concierto.

Son mecenas.

-M. B.: Sí, son los mecenas de esa situación. Si nosotros vamos a tocar y la sala está vacía, el concierto no tiene ningún sentido. La gente hace posible que una banda pueda pagarse la gasolina, los hoteles, el alquiler de la sala, entre otras muchas cosas. Por eso, el público tiene que valorarse a sí mismo y pensar que con el precio de la entrada de un concierto están haciendo posible y siendo responsables de muchas cosas.

¿Es importante el contacto cercano con el público?

-T. S.: Por supuesto. A nosotros siempre nos ha parecido importante y lo que es más de verdad. Al final te subes a un escenario, la gente te ve cantar y tocar y es importante que exista ese feedback entre el artista y el público. El resto del negocio va cambiando al igual que todo. Ahora lo que se lleva son mucho las plataformas digitales y para nosotros esa es la manera de promocionarnos. Mäbu vende discos pero en el merchandising de los conciertos.

¿Ven a la sociedad cada vez más vinculada con la música en vivo?

-M. B.: La edad de oro de la industria discográfica yo nunca la he vivido. De hecho, cuando nació Mäbu, la música ya estaba en crisis.

-T. S.: En un momento las compañías discográficas dijeron que ya no se vendían discos y que se tendría que apostar por los conciertos.

-M. B.: Pero nosotros realmente no hemos cambiado. Seguimos presentando nuestra música en diferentes ciudades y hacemos un show cercano. Se apaga la luz, se enciende el foco y esa atención y emoción que nos prestan y sentimos la hemos visto desde el principio y es la de siempre.

En su último disco, ‘Décimo’, han recopilado sus grandes éxitos en los que han colaborado diversos artistas. ¿Les costó seleccionarlos?

-T. S.: La verdad es que no, fue bastante rápido y natural. Creo que porque muchas de las colaboraciones ya las habíamos hecho y la verdad que todo encajó muy bien.

-M. B.: Cuando se hacen colaboraciones se piensa qué artista podría encajar mejor en una determinada canción. El último disco fue como un autohomenaje y un regalo para nuestro público con una variedad de géneros y estilos. Nosotros lo que valoramos es la música bien hecha y no tenemos ningún prejuicio. Es más, trabajamos para no tenerlos. Porque, además, te llevas al artista a tu canción independientemente del género que sea. Ellos se adaptan a ti, pero también dejan su huella porque lo hacen como si esa canción fuese suya.

¿Cómo han vivido la evolución de su último trabajo?

-M. B.: En un principio lo hicimos con un disco de paso, pero al final ha sido el que más repercusión ha tenido sin nosotros esperar esa respuesta. Colaborando con tanta gente, hace que a sus seguidores les llegue esa canción sin nosotros tener ese objetivo. La pretensión oficial era darnos un homenaje. A nosotros y a nuestros seguidores.

¿Cómo fue la grabación de ‘Décimo’?

-M. B.: Especial, porque a nuestros seguidores más fieles les dimos la oportunidad de ver cómo lo grabábamos. Y, teniendo en cuenta que lo hicimos como un disco de paso, al final nos ha salido un girote que me voy a volver loca (risas).

¿Ha variado su forma de componer a la hora de crear las canciones?

-M. B.: Seguramente. Creo que cada vez hago letras más encriptadas y son muy metafóricas. Muchas veces cuesta entenderlo, pero yo me comunico mucho mejor con la musicalidad de las melodías, por cómo juega la melodía, que con el texto. No soy muy letrista y eso creo que se ha acentuado: tener cada vez un mensaje más escueto, importante, no irme demasiado a lo que es una historia completa de principio a fin, es más conceptual.

¿De dónde le viene la inspiración para crear las canciones?

-M. B.: Realmente escribo muy poco, no se por qué. Es algo que me sirve como terapia pero no la utilizo mucho, solo cuando me veo obligada a sacar alguna canción nueva. El primer disco, Buenos días, se sacó con los primeros doce temas que compuse en mi vida. Sí es verdad que esa dinámica ha perdurado durante estos diez años, cuando sé que hay una canción que va hacia delante, la termino y sé que va a estar en el disco.

Proviene de una familia vinculada al gremio musical. ¿Qué es más importante, vivir rodeado de música o trabajar y ser constante?

-M. B.: Yo he tenido la suerte de haber estado rodeada de música y me he podido dedicar a ella sin que nadie me pusiera trabas. Pero lo que está claro es que no todo el mundo que tiene un talentazo procede de una familia en estas condiciones. Creo que es más de trabajo que de haber nacido rodeado de música. Yo creo que el azar decidió que yo me dedicara a la música, pero no creo que todo ese azar fuese por haber estado rodeada de música.

-T. S.: Estar en una familia que está relacionada con la música yo creo que te facilita el poder dedicarte a ello porque creo que es más fácil encontrar apoyo en ellos cuando decides que quieres dedicarte a la música.

-M. B.: Eso es cierto. Quizá también te puede servir como un trampolín para creer que puedes ser capaz de dedicarte a la música.

¿Y cómo nació Mäbu?

-M. B.: Mäbu nace de la nada. Un día me dio por hacer canciones porque la carrera que estaba haciendo no me entretenía mucho. Además, también estaba de corista en una banda de reggae de Bilbao. Empecé a hacer unas canciones con la banda y les preguntaba a ver si me podrían ayudar a maquetar los temas. Ahí fue cuando me hablaron de Txarlie pero me daba apuro enseñarle mis canciones a alguien profesional.

¿Por qué?

-M. B.: Yo por aquel entonces casi no sabía ni tocar la guitarra y él ya tenía una trayectoria en la música. Menos mal que me insistieron para que lo hiciera y me lancé. Desde el momento que le enseñé los temas hubo muy buena comunicación, mucho entendimiento y muy buen feeling.

-T. S.: Cosa que no ha vuelto a pasar (risas).

-M. B.: Txarlie es una pieza fundamental, siempre le enseño todo y le pido su opinión. Yo propongo lo más primitivo de la canción y luego decidimos por dónde va a ir el aire. Es verdad que en cuanto a letras y melodías no me lo editan mucho porque es muy mío, quizá esa también es la esencia. Txarlie lleva el peso en el sonido y decide qué cosas utilizar para grabar y tocar.

¿Cómo fueron los primeros conciertos de Mäbu?

-M. B.: Íntimos. Yo era autodidacta y empecé a paso de burra. En los primeros conciertos nos dimos cuenta de que molaría más tirar por crear una banda que ser una simple chica y un guitarrista.