parís. El diseñador estadounidense Marc Jacobs se despidió ayer de Louis Vuitton, firma que ha impulsado durante los últimos 16 años, para dedicarse en exclusiva a su propia firma. Empezó trabajando como vendedor en una tienda de ropa, antes de graduarse en la prestigiosa escuela de diseño Parsons, desde la que consiguió impulsar una carrera que le ha permitido llevar a lo más alto el amor por la costura que le transmitió su abuela.

En 1997, Louis Vuitton creó el puesto de director creativo para este diseñador, a quien encargó diseñar las primeras colecciones de prêt-à-porter para hombre y mujer de una casa reconocida por su trabajo del cuero en bolsos y maletas. El modisto neoyorquino aceptó el desafío de actualizar y trasladar los códigos de una compañía fundada por Louis Vuitton, un pionero en la fabricación de equipajes del siglo XIX.

En estos 16 años, Jacobs se ha convertido en un nombre indisociable de Vuitton, casi como un segundo fundador que, sin embargo, se ve relegado a diseñar bajo el nombre de otro. Por este motivo ha decidido abandonar el nido en lo más alto de su carrera para dedicarse, en exclusiva, a forjar su propia historia. Jacobs confirma que quiere tomar un camino diferente al de Karl Lagerfeld, que lleva más de treinta años diseñando para Chanel, en detrimento de su propia firma. Dio muestras de su capacidad para pensar en frío cuando declinó la oferta de su entonces jefe y dueño de LVMH, Bernard Arnauld, de sustituir a John Galliano al frente de Dior, tras el despido fulminante del gibraltareño. Arguyó que, en una consulta con su psiquiatra, se dio cuenta de que su vida no iba a mejorar con este cambio. Si ahora ha tomado la decisión de no renovar con Vuitton es porque está seguro de que le depara un futuro mejor, o por lo menos, más personal.