Cuentan las crónicas de la memoria que José Miguel Cantera Sojo –cariñosamente conocido como Txemi entre los suyos...– fue una figura discreta pero decisiva en el desarrollo del modelo de empresas laborales y de la economía social en el País Vasco. Nacido en una época en que Euskadi vivía la transición de una economía industrial tradicional a una realidad más plural y participativa, el 9 de marzo de 1950 para más datos, Cantera se formó como economista con vocación de cambio social.
Fue hijo de un conocido comerciante bilbaino y cursó estudios de bachiller en colegio Santiago Apostol. Estudió Económicas y se comprometió, a lo largo de su vida, con la lucha por las libertades del pueblo vasco y con los derechos de la clase obrera.
Tras militar contra el franquismo con un espíritu rebelde innato, con la democracia ingresó en Euskadiko Ezkerra, con motivo de la incorporación a dicha formación política del Partido Comunista de Euskadi.
El principal papel de su vida, más allá de la relación con la mujer de su vida y los dos hijos que tuvieron juntos fue el de asesor de ASLE (Agrupación de Sociedades Laborales de Euskadi) en los albores de esta asociación, centrado en la planificación estratégica y la configuración de instrumentos jurídicos y organizativos que permitiesen que la participación de los trabajadores en la empresa dejase de ser una mera aspiración para convertirse en una realidad tangible.
Su apodo, Txemi, refleja la cercanía humana que muchos le atribuían: no solo como si fuese un técnico con los números, que lo era, sino como un impulsor de compañeros, de ideales y de proyecto colectivos. Su carrera profesional se desarrolló principalmente en ese rol de asesor en ASLE, lo que implicaba colaborar con la constitución de sociedades laborales, con el fomento de la economía social vasca, con el diseño de procesos participativos en empresas, y con el trabajo de sensibilización hacia una visión donde la empresa no solo produce, sino también contribuye al tejido social.
Participó en Euskadiko Ezkerra pero su gran labor se desarrolló en ASLE, desde donde impulsó el tejido social
Entre sus aportaciones más destacadas estaban la promoción del modelo de sociedades laborales, dado que Cantera ayudó a conceptualizar y articular fórmulas en las que los trabajadores no solo forman parte del capital social de la empresa, sino de su gestión, con derechos de participación real. Esto fue clave en Euskadi para consolidar un tejido empresarial que incorporara valores de solidaridad y democracia interna. Realizó, además, una planificación estratégica para la economía social, diseñó proyectos, colaboró en guías de buenas prácticas, y trabajó para que la economía social dejase de ser marginal para convertirse en motor de transformación.
Desde su corazón difundió valores de participación y solidaridad y puso el acento en la persona, en su implicación, en la cooperación. Txemi era de esos hombres que, cuando hablaba de empresa, evocaba algo más que balances: hablaba de personas. Si bien la empresa requiere números, Cantera entendía que la buena empresa es la que mide también en vida, en participación, en mirada horizontal.
Podríamos imaginarlo caminando por una pequeña sociedad laboral en el interior de Euskadi, saludando a los operarios, conversando con el comité de empresa, sugiriendo que quizá el diseño de los procesos productivos debería incluir un momento de reflexión colectiva, un consejo de trabajadores, una asamblea, una voz firme pero amable reclamando dignidad laboral.
Deportista impenitente, un infarto de miocardio le sorprendió en un partido de paddle. Aún, hoy, en 2025, siguen vigentes lo premios internacionales Txemi Cantera que se crearon en 1991 y que ensalzan sus valores.
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