Comencemos en un argot, mezcla Wikipedia y GPS, para ubicar el espacio en la memoria de quienes lean esta crónica cargada de arquitecturas, historias y memoria de Bilbao. La plaza de Venezuela se localiza en la confluencia de las calles Ibáñez de Bilbao con Buenos Aires, frente al puente del Ayuntamiento. Se ve atravesada y circunvalada por el tranvía de Bilbao y en su corazón se coloca el busto de Simón Bolívar que fue inaugurado el 18 de octubre de 1989 a instancias del Consulado de Venezuela en Bilbao. En el pedestal acristalado, obra del maestro artesano Bernat Vidal, sobre el que se sustenta el busto que fue obra de Luis Ibarra se puede leer la inscripción: “Libertador de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá; testimonio de amistad y acercamiento a la villa de Bilbao”.
Miremos a las páginas de la historia para entender el porqué de este homenaje. La estancia de Simón Bolívar en Bilbao, entre el 20 de marzo de 1801 hasta 29 de abril de 1802, tenía ya como monumentos conmemorativos una placa en un edificio de la Calle Banco de España de Bilbao y un bajorrelieve en bronce, obra de Pedro de Ispizua, inaugurado en 14 de agosto de 1927 en la Puebla de Bolívar, Cenarruza.
La plaza, ya digo, distribuye una encrucijada de calles y edificios. La besan hermosas e históricas creaciones arquitectónicas. El que hoy se conoce como Buenos Aires 2 es obra de Adolfo Gil Lezama, erigido allá por 1930. Está considerado como uno de los edificios más elegantes del Bilbao de los años 30. Todo un Cary Grant. No se puede olvidar que el propio arquitecto Gil Lezama fue uno de los últimos bilbainos con bombín o bimba, como la jerga local inventó. Aunque su número corresponde a la calle Buenos Aires, como les dije, forma parte intrínseca de la Plaza Venezuela conformando uno de sus lados junto al Edificio Aznar y el Edificio Aviaco. Iremos viendo a cada uno de ellos.
El edificio de Gil Lezama es, digámoslo ya, un espacio de viviendas de altos vuelos con fachada cargada de molduras y un aire grandilocuente, pared con pared con los juzgados, a cuya cintura se cimbrea el tranvía de Bilbao, se diría que casi como si medio de transporte y edificio interpretase, día a día, un paso de ballet.
En la confluencia de la Plaza Venezuela y el Muelle de Ripa, se alza majestuoso el Edificio Venezuela (Bilbao lo conoció durante años como el edificio Aviaco...), una joya arquitectónica que ha definido el skyline de Bilbao desde su inauguración en 1944. Este icónico inmueble no solo destaca por su impresionante diseño, sino también por su estrecha relación con la historia de la aviación española y su innovador concepto de uso mixto.
Fue proyectado por el renombrado arquitecto Pedro Ispizua en colaboración con Fernando Arzadun. Su construcción, iniciada a petición del empresario vasco Don Benjamín de la Vía, marcó un antes y un después en el paisaje urbano de Bilbao. La singularidad del edificio radica en su diseño innovador, que combina elementos del racionalismo y del expresionismo monumentalista. Su esquina curva, rematada por una torre superior con esculturas alegóricas obra del escultor Joaquín Lucarini, se ha convertido en uno de los puntos más reconocibles de la ciudad.
Una de las características más destacadas del Edificio Venezuela es su concepto pionero de uso mixto. Diseñado para albergar tanto oficinas como viviendas, con locales comerciales en la planta baja, este edificio fue uno de los primeros en introducir esta novedosa tipología en el Ensanche. Está intrínsecamente ligado a la historia de Aviaco, la primera aerolínea que osó disputar a Iberia el monopolio del transporte aéreo en España. Fundada el 18 de febrero de 1948 por el piloto Julio Alegría Camaño y el industrial Elías Ugartechea Isusi, Aviaco estableció su sede en este emblemático edificio. La creación de Aviaco fue un hito en la historia de la aviación española. Entre sus pasajeros habituales se encontraban familias pudientes y ejecutivos que viajaban por motivos laborales. Incluso el Athletic Club realizó su primer desplazamiento aéreo en un avión de Aviaco, un viaje que resultó ser de buena suerte para el equipo. Sigue en pie como testigo silencioso de aquella época dorada de la aviación.
Construido en el año 1943 por Manuel Ignacio Galíndez Zabala y José Chapa, fue la sede de las oficinas de la Naviera Aznar. Su forma de barco en su visión cenital es muy acorde con sus funciones primigenias. En la actualidad sirve como expansión del Ayuntamiento y es ocupado por servicios municipales. Sobre un solar triangular fue una referencia de alto nivel simbólico en el borde de la Ría, precisamente frente al inicio de los Muelles de Uribitarte.
La importancia de la actividad portuaria mereció de los arquitectos autores del proyecto, Manuel Galíndez y José Chapa, volcar su iniciativa en la formalización de un volumen que, a modo de proa de un navío, constituyera un homenaje a “(…) una de las actividades más gloriosas de nuestro pueblo (...)” en sus propias palabras.
El edificio original construido en 1943 se conserva en excelente estado en la actualidad. Con una altura de ocho plantas y un semisótano, además de los torreones de la fachada principal y posterior, sigue manteniendo su función administrativa vinculada, ahora, a la gestión pública y, en concreto, al Ayuntamiento de Bilbao.