Un reciente estudio del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), liderado por la investigadora Nataliya Kos'myna, ha puesto sobre la mesa una inquietante pregunta: ¿podría el uso intensivo de herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT provocar una “atrofia cognitiva” o volvernos más dependientes y menos hábiles para pensar por nosotros mismos? El experimento, recién publicado, presenta resultados que han provocado muchas reacciones entre periodistas especializados, tecnólogos y divulgadores científicos.
El método
El estudio reclutó a 54 adultos de entre 18 y 39 años, divididos en tres grupos. Un grupo escribió ensayos usando exclusivamente su creatividad, sin ayudas. Otro utilizó buscadores como Google, y el tercero se valió de ChatGPT. En cada uno de sus tres primeros encuentros, hicieron un ensayo mensual mientras registraban su actividad cerebral. Una vez finalizado el estudio, un modelo de análisis de redes neuronales mostró que los participantes del grupo que escribía sin ayuda y de forma "pura" mantuvieron la mayor conectividad neurológica; los usuarios de buscadores mostraron una evolución intermedia; y en cambio, quienes dependían de ChatGPT presentaron la actividad más débil y deficiente
No solo las neuronas se vieron alteradas
Quienes utilizaron ChatGPT “consiguieron puntuaciones peores consistentemente en niveles neuronales, lingüísticos y conductuales”, según el estudio. Además, los investigadores detectaron una progresiva “pereza cognitiva”, es decir, que las redes cerebrales de los usuarios de IA se fueron desconectando con cada sesión, y su nivel de atención mental disminuía.
Curiosamente, en una cuarta sesión, el experimento cruzó a los participantes: los usuarios de ChatGPT escribieron sin ayuda, y los que no habían utilizado ayuda, lo hicieron con IA. Los primeros continuaron mostrando baja conectividad neuronal, mientras que los segundos tuvieron una sorprendente mejora. Es decir, no se vieron afectados negativamente en una única sesión con IA, por lo que podríamos decir que el veneno está en la dosis.
Los más jóvenes, bajo la lupa
El impacto del uso intensivo de inteligencia artificial en menores de edad es especialmente preocupante debido a su alta plasticidad cerebral. En infancia y adolescencia, el cerebro esta en una etapa de desarrollo y las conexiones neuronales se empiezan a moldear rápidamente. Si en este periodo se reemplazan actividades como la lectura, la escritura o la resolución de problemas con herramientas como ChatGPT, se corre el riesgo de limitar la formación de circuitos cerebrales esenciales para el pensamiento crítico, la memoria y la creatividad.
Aunque la IA puede ser útil como apoyo educativo, depender de ella sin esfuerzo mental propio puede atrofiar habilidades que, si no se consolidan en esta etapa, son mucho más difíciles de recuperar en la adultez. Por eso es fundamental trabajar el cerebro desde joven, estimularlo con desafíos, fomentar el esfuerzo intelectual y cultivar hábitos de pensamiento que sienten las bases de una mente fuerte y flexible para toda la vida.