Desde pequeños en el mundo físico se nos educa en el respeto. Es un valor que provoca que la sociedad funcione mejor, aumenta nuestro bienestar y nuestra calidad de vida. Sin embargo en el mundo online se han perdido hasta las formas más básicas de respeto. Cosas fundamentales como saludar a alguien cuando nos ponemos en contacto o despedirnos cuando terminamos una conversación están desapareciendo.
No hay más que ver cómo se relacionan los usuarios de redes sociales que se dedican a la compraventa de objetos de segunda mano como por ejemplo Wallapop. Ni hola, ni adiós, ni nada que se le parezca. Cuando alguien se pone en contacto con otra persona que vende algo, muchas veces procede a preguntarle algo relacionado con el producto, y si establecen una pequeña conversación, al terminar no hay despedida, simplemente deja de escribir. Y a veces una de las dos personas deja de escribir cuando pierde interés, da lo mismo que la conversación no haya terminado. Muchas veces ocurre lo mismo cuando hablamos con alguien que acabamos de conocer en el mundo online.
Sin embargo, este fenómeno no se da solamente entre desconocidos, entre conocidos ocurre algo similar. Se inician y acaban conversaciones de la misma manera. Está tan asumido que mucha gente ni siquiera le da importancia.
Dentro de las pautas básicas de comportamiento se encuentra el no insultar ni faltar al respeto a los demás. Algo que parece de sentido común, pero que en el mundo online tampoco se da. Poca gente es capaz de mostrar opiniones diferentes a las expuestas por otra persona de una forma civilizada, se acude con demasiada facilidad a los desprecios, a los sarcasmos dañinos y hasta a los insultos.
Parece que se nos olvida que estamos hablando con personas, que detrás de un nombre de usuario generalmente se encuentra otra persona como tú y como yo, con sentimientos como tú y como yo. Es como si muchas personas pensasen que solamente ellas tienen sentimientos, que los demás no existen.
En las redes
Muchas personas usan las redes sociales como mecanismo de desahogo. Es una señal del grado de frustración y malestar que muchos tienen con su vida. En lugar de enfrentarse a esos problemas e intentar mejorarlos, prefieren evadirse en las redes sociales, patalear y disparar a todo lo que se mueve. No hay duda de que esta segunda opción es mucho más sencilla que la primera pero mucho menos eficaz. El malestar seguirá ahí al salir de las redes sociales hasta que no se trabajen sus causas.
Otras formas de faltar al respeto son publicar imágenes o información de otros sin su consentimiento. Guiadas por una necesidad personal de aprobación y reconocimiento, y también por una gran dosis de egoísmo, muchas personas deciden que vale la pena vulnerar el derecho de otras personas a su privacidad. Deciden compartir fotos donde aparecen otras personas sin la menor reflexión sobre las consecuencias que eso pueda acarrear para los demás.
A lo mejor decidir no es la palabra adecuada porque implica una pequeña reflexión y en internet se ha perdido hasta la capacidad de pensar o reflexionar. El nivel de egoísmo y degradación llega a tal punto que hay personas que exponen continuamente a sus hijos e hijas sin pensar en las consecuencias que eso puede tener para los menores o justificándolo por el rendimiento económico o emocional que les pueda generar.
¿Todo vale por un ‘like’?
Muchas personas invaden lugares privados para sacar fotos. Otras crean contenido con cadáveres, ya sea en accidentes, en tanatorios o compartiendo imágenes y vídeos de desgracias. Los usuarios particulares no son los únicos que lo hacen, muchos medios de comunicación serios, al informar de sucesos publican este tipo de imágenes y vídeos para tener más visualizaciones; parece que la ética profesional a veces deja de tener importancia cuando se enfrenta al número de likes, visualizaciones y comentarios.
También hay personas que degradan reservas naturales y espacios protegidos para sacarse una foto. Todo vale para lograr la atención y la aprobación de desconocidos. Es una falta de respeto constante a todo y a todos.
Respetar a los demás y ser amables con los demás es algo que no cuesta nada y que al mismo tiempo vale mucho, pero parece que en mundo online que se está convirtiendo en algo que cuesta mucho y que no tiene valor. Muchas actitudes no son más que un reflejo de cómo somos cuando pensamos que nadie nos ve, por lo que deberíamos realizar una pequeña reflexión sobre nuestro comportamiento en general, sobre el tipo de personas que queremos ser y sobre el tipo de sociedad que queremos construir.