No hace muchos días tuve una conversación con un grupo de estudiantes de ingeniería mecánica que querían conocer cuál era mi punto de vista sobre el futuro de la automoción en relación a todas las consideraciones tecnológicas que había estado haciendo en mis artículos. Lo primero que les dije es que seguramente ni ellos, ni los políticos, ni los profesionales de la ruta, ni los taxistas, ni los fabricantes, ni los concesionarios verían con buenos ojos las ideas que yo tenía pero que al fin y al cabo quién soy yo para sentar cátedra con estas afirmaciones. Lo primero que veo es que la idea de poseer un vehículo, incluso de hacer ostentación de riqueza al poseer un determinado modelo o marca está desapareciendo. Cada vez más personas buscan un medio o un sistema de locomoción que los lleve desde el punto A hasta el punto B, lo antes posible. Si estamos utilizando el transporte público de forma masiva, la idea de compartir coche con personas, no ser el propietario sino que pagamos un alquiler o renting ha pasado a estar por encima del sentido de propiedad. Por tanto, tampoco se busca tener el permiso de conducir como el primer plan al tener 18 años, sino que en países como Estados Unidos que era casi un símbolo, poseer la licencia de conducción se está dilatando en el tiempo y se usan alternativas para viajar.

Ya no es la discusión del coche eléctrico o el coche de combustión. Está claro que nos va a tocar ver como desaparecen los motores de explosión pero su sustituto no será el vehículo eléctrico con el mismo modelo de uso. Donde antes había un coche diésel o gasolina no vamos a ver un coche eléctrico, las ventas y la posesión de vehículos se va a reducir de forma drástica. Y menos mal, porque nuestras ciudades, nuestras redes eléctricas, nuestras carreteras no están preparadas, ni lo van a estar en el 2030 para soportar el modelo de electrificación. Lo que vamos a empezar a ver en breve son compañías que empezarán a sacar sus flotas de vehículos eléctricos sin conductor y que podremos utilizar toda la ciudadanía en modo compartido. Una vez que la ley permita circular y acepte este modelo de negocio cuando necesites desplazarte de un punto a otro, utilizarás la aplicación de tu teléfono de la empresa a la que estés suscrito, indicarás a donde quieres ir y te dirá el tiempo en el que tendrás un coche que te llevará a donde has elegido. Tu nivel de suscripción, si pagas más o menos dinero al año, hará que el tiempo de espera sea de un minuto o cinco, si vas a compartir el coche o viajas solo o el nivel de comodidades que vas a encontrar dentro del habitáculo.

Esto no es ciencia ficción, hoy mismo esto es viable en algunas ciudades del mundo, no me estoy inventando nada. El problema que tienen que resolver los políticos es que hacemos con todas las fábricas y las inversiones que estamos haciendo en el campo de la automoción. Al estar todas las carreteras controladas por un algoritmo la tasa de accidentes se reduce drásticamente, lo que supone ahorro en salud, pero seguramente el cierre de miles de talleres de chapa y pintura. En unos meses la ley que regulaba las licencias VTC se tiene que ampliar o derogar, pero parece que como siempre vamos a esperar al último día para tomar una decisión, sin fijarnos en que el presente viene por hacer uso de vehículos en alquiler y el futuro en sistemas de suscripción. Seguramente no eran estas las noticias que esos estudiantes de mecánica esperaban y seguramente puedo estar equivocado, ahora que cada uno haga su reflexión.